2- Escapando

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A partir de que conoció a Manjiro muchas cosas comenzaron a cambiar en su vida diaria, conocerlo implicaba muchas cosas además de ser acompañada hasta dos calles antes de su casa —ya que días después siguieron haciéndolo— otra cosa que también implicó fue escapar de clases.

¿Por qué? Porque el quería de su compañía.

La maestra de biología hablaba sobre el tema de manera apresurada, como si no le importara en lo más mínimo que los alumnos pudieran tomar notas o no. Arima escribía de manera apresurada tratando de ir al mismo ritmo de la maestra, sus letras se hacían irregulares debido a esto, nunca se le dificultó tomar notas pero las clases de biología eran otra historia, ir al mismo ritmo que aquella maestra era técnicamente imposible.

Cómo si de un milagro se tratara al fin la maestra dejó de hablar sobre la explicación del tema ya que había culminado. Todos los alumnos soltaron suspiros aliviados al igual que Arima. Se sentía un poco mareada debido a tantas letras, así que miró al azar hacia la ventana para distraerse en cualquier cosa que hubiera afuera, pero se sorprendió al ver allí pasar a Manjiro, tal vez buscaba algo.

Pero también vio cómo la puerta estaba ligeramente abierta, era algo normal a las horas de biología ya que la maestra decía asfixiarle los ambientes cerrados. Lo que no era normal es que Manjiro estuviera aprovechando eso para llamarla a venir junto a él.

Frunció el ceño en molestia, negando con la cabeza, esperando que con eso él se rindiera. Pero al ver que estaba cerca de abrir por completo la puerta de deshizo de su fingida molestia y hizo todo tipo de señas con las manos para que así no ingresase al salón, para su suerte eso hizo, pero aún así se quedó en la puerta, sin intensiones de irse de allí.

Tenia que pensar en algo y rápido, sabía que Manjiro no se rendiría y si no salía a su encuentro rápido terminaría por entrar al salón.

—Maestra, ¿puedo ir al baño? —era la excusa más creíble que se le ocurrió por el momento.

O la más común.

La mujer en el escritorio bajó un poco los anteojos para mirarla directamente, Arima no sabía si de verdad su mirada era filosa hacia ella o solo era su impresión, pero le era claro que sentía el peligro, parecía que se negaría a su petición pero finalmente asintió.

Se levantó de su asiento mirando hacia la puerta, vio así como está vez el rubio hacía unas señas refiriéndose a sus hombros, en un principio no entendió a que se refería, pero luego terminó por comprender, se refería a su mochila, dudó un poco en también llevar su mochila, pero tal vez era una buena idea, después de todo tenía las oportunidades en sus manos ya que la maestra no miraba hacia ella.

De esa manera terminó trayéndola consigo también, saliendo así del salón con éxito, cerró la puerta tras ella para así caminar hacia él, quien al confirmar que ella saldría había comenzado a caminar por los pasillos.

—¿Que pasó? —preguntó acomodando unos cabellos que habían caído sobre su rostro.

Según su cuenta llevaba una semana de haber conocido a Manjiro, esta era la primera vez que la llamaba para hacer otra cosa que no fuera el recorrido en su motocicleta desde la secundaria hasta dos calles antes de su casa. Sus conversaciones nunca fueron profundas, ningún tema personal ni mucho menos fuera de contexto había surgido.

Para dar un ejemplo de una de sus conversaciones; en una ocasión mientras iban sobre su motocicleta un perro de blanco pelaje se cruzó frente a ellos. Al verlo cruzar la calle claramente él frenó la motocicleta, y mientras esperaba que terminara de cruzar preguntó hacia la chica tras él:

—¿Te gustan más los perros o los gatos?

Lo pensó por un momento —Las tortugas — respondió casi de manera automática haciendo que él rubio soltara una risa sonora —pero entre esos dos no puedo decidir, me gustan ambos.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora