6- Mañana con Mikey

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—Mikey... —se escuchó susurrar por parte de una suave voz —vamos despierta...

Habían pasado cerca de 10 minutos desde que estaba intentando despertar a Manjiro, pero en ese tiempo el chico no se había inmutado, no había señales de que fuera a despertar pronto, y comenzaba a preocuparle, en cualquier momento uno de sus padres podría venir a su cuarto y no tendría como explicar eso, podrían mal interpretar la situación.

Y lo que empeoraba la situación es que ella tampoco podía levantarse ya que se había aferrado a ella, como si de un oso de felpa se tratase, y al parecer tampoco la soltaría.

Arima comenzaba a perder la paciencia.

—¡Manjiro despierta! — exclamó en un tono más fuerte y dando un toque un poco más bruto a su hombro.

Al darse cuenta de que podrían escucharla volvió de nuevo a su tono suave anterior  —Mikey... vamos despierta, nos van a descubrir.

Luego de sus par de toques más a su hombro vio como comenzó a mover lenta y perezosamente sus párpados, al fin iba despertando y la chica sonrió contenta.

Manjiro frotó sus ojos con sus manos, de esa manera Arima logró liberarse de su agarre y ponerse de pie al lado de su cama. Mientras él giro sobre el colchón como si aún tuviera sueño, todavía un poco adormilado preguntó:

—¿Qué pasó, Dulce?

—Pasa que estamos en mi casa y si te ven aquí ambos estaremos metidos en problemas. Luego de que salgan mis padres saldremos nosotros, lo haremos de la manera más discreta posible, los vecinos no te deben ver salir, podría ser problemático.

Definitivamente era mucha información para una mañana tan temprano, al menos para Manjiro había sido demasiado ya que aún asimilaba el hecho de despertarse, de todo aquello solo entendió que saldrían pronto. Se limitó a asentir mientras se sentaba sobre el colchón.

Un toque en la puerta de su cuarto, seguido por dos toques más completando tres fue suficiente para que la joven sintiera su corazón latir con fuerza debido al susto, ese podría ser su fin, miró hacia Manjiro pero parecía estar perdido en un punto ciego en el piso. Agradecía internamente haber cerrado la puerta con llave la noche anterior, de otra manera ya hubieran entrado sin avisar.

—¿Hija, no bajas a desayunar? —escuchó la voz de su padre preguntar.

—No —trató de que su voz sonara sin miedo —iré pero luego de vestirme para la escuela, me desperté tarde. Iré a desayunar luego de que salgan, no se preocupen.

—Está bien, en unos minutos nos vamos.

—Claro, ¡tengan un buen día! —exclamó en tono enérgico.

—Tú también princesa.

Seguido de aquello escuchó el golpeteo en las escaleras indicando que iba bajando, estaba a salvo.

Escuchó una risilla por parte de Manjiro, volteó a verlo confundida y también con un ligero ceño fruncido, la situación no le parecía divertida.

—Si sigues así terminaras en el infierno.

—¿Así cómo?

—Mintiendo de esa manera.

—Mas bien terminaré como el niño del cuento, al cual comenzó a crecerle la nariz.

Manjiro estaba a punto de reír a gran volumen, Arima al darse cuenta de ello gateó sobre el colchón para así cubrir su boca con la palma de su mano, evitando que riera.

—Tonto, debes ser consciente de que es peligroso.

Dejó de cubrir su boca con su mano y Manjiro sólo se encogió de hombros mientras la miraba a los ojos. Ya no existía el peligro de que riera, aún así la fémina no reacciono para alejarse de él, miró fijamente sus ojos, como si como si nuevamente buscase algo en ellos.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora