4- Insistente

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Una brisa suave llegó a ella, la cual hizo que se despertara y se sintiera adolorida, quería ignorar todo eso y seguir durmiendo pero suponía que ya era tarde, no tenía ninguna responsabilidad en específico pero prefería de todos modos despertarse temprano. Abrió los ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz del lugar, la cual no era mucha ya que la habitación se seguía encontrando a oscuras.

Terminó de abrir los ojos y quedó con la mirada clavada al techo por unos instantes, no pensaba en nada, solo tenía la mente en blanco. Al salir de ese trance se impulsó a sí misma para dejar de estar acostada y quedar sentada al borde del sofá, sentía la cabeza darle vueltas pero suponía que eran efecto de los tragos la noche anterior.

Bostezó con sueño aún, y giró su cabeza hacia un costado, viendo allí una pequeña mesa redonda, estaba completamente vacía a excepción de un trozo de papel cerca del borde, pareciera ser una nota.

Se frotó un poco los ojos y estiró el brazo para tomarla, mientras hacía esto sintió su cuello adolorido, chasqueó la lengua para así ignorarlo. Ya al tener el papel comenzó a leer:

«¿En qué pensabas?, ahora debes sentir dolor en todo el cuerpo. Cuando desperté estabas a mi lado con la mitad del cuerpo en el suelo, solo tu cabeza recostada a mi lado, incluso te debe doler el cuello. Luego te cargue y te deje bien acostada, pero supongo que ya fue tarde. Ven a mi oficina, estaré allí, desayunemos juntos»

Sonrió al terminar de leer esa nota, en sus adentros ya se estaba preguntando como terminó acostada ya que recordaba la posición en la que había dormido la noche anterior, ahora sabía quién había sido.

Ya que miraba bien la nota se dio cuenta el papel en el cual escribió todo aquello estaba bastante arrugado, quien sabe de donde consiguió ese papel, pero ahora ya no era importante.

Caminó hasta la puerta, tomando el picaporte para abrirla y salir afuera, siguió por todo el pasillo a paso lento, al final del pasillo sabía que se encontraba su oficina.

En el piso de abajo veía como varias personas se movilizaban, algunos hombres formalmente trajeados, de esa manera daban una gran impresión de la cual algunas personas pensarían que eran empresarios o algo por el estilo, la mayoría no pensaría que eran mafiosos en su mayoría pagando alguna cuenta pendiente.

También vio a algunas personas haciendo la limpieza, era algo bastante importante en especial para el segundo al mando, Haruchiyo, quien tenía un complejo con los gérmenes, todo tenía que estar lo más limpio posible.

Llegó al término del pasillo, allí estaba la puerta que llevaba a su oficina. Dio  un par de toques, lo próximo que escucho fue un «pasa». Giró el picaporte y luego de entrara volvió a cerrar la puerta tras ella.

Entró a la oficina en su totalidad de tonos oscuros, ningún tono allí era algo que no sea de ese tipo. Tampoco había mucho, solo su escritorio, una silla tras el ocupada por el hombre, y dos en frente que podían ser ocupadas por cualquiera que llegara a hablar con él. Al otro lado había un sofá y en una esquina una planta de interiores para decorar un poco el ambiente. La iluminación era escasa, no más que la necesaria, también había una gran ventana, lástima que no se podía apreciar la bella vista que daba del jardín ya que Manjiro la mantenía todo el tiempo cerrada con las marrones cortinas.

—Buenos días —saludó mientras caminaba al asiento frente al escritorio del hombre y se sentaba allí. Se fijó que allí había un vaso de agua y no perdió oportunidad en tomar el vaso y beber de el, tenía demasiada sed.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora