27- Ángeles y demonios

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¿Aléjate? ¿A que se estaba refiriendo Manjiro? No lo entendía, además ni siquiera estaba muy cerca suyo. Entonces...

—Mikey, ¿qué sucede?

—¿Acaso no escuchas? Te estoy diciendo que te alejes —se puso de pie al terminar con su comida, pero aún estaba de espaldas a ella, no quería mirarla, mucho menos a los ojos.

Para Arima estaba siendo muy abstracto, aquel pedido se podía interpretar de varias formas, y eso era lo que pasaba en su cabeza ahora mismo, deseaba que fuera cualquiera de esas, menos la peor de todas las opciones que se hacían presentes entre sus pensamientos; el alejarse definitivamente.

—Mikey, háblame de manera más clara, no entiendo a que te refieres.

Ella estaba de pie a sus espaldas, a tal vez cinco pies de distancia, mientras él no volteaba hacia ella, al parecer sólo observaba el paisaje que le ofrecía aquel patio trasero. Pero de todas maneras los dos estaban teniendo algo en común, ya que a ambos les latía de manera desbocada el corazón en el pecho, y por más de que la noche era cálida, un frío extraño los abrazaba a ambos.

Sus corazones no latían así de fuerte por felicidad y algún sentimiento parecido, era por miedo, miedo a lo que estaba sucediendo y a lo que sucedería en los próximos segundos. Mientras, aquel frío que invadía sus cuerpos desde la punta de sus pies y extendiéndose por todo su cuerpo, no era más que el inicio de una sensación, era bastante similar al vacío que sentimos en ocasiones en el pecho, bueno, de hecho era aquello pero de manera mucho más profunda y dolorosa.

—Soy lo suficientemente claro y lo sabes, Arima. Aléjate.

—No, no estás siendo claro y lo sabes, además voltea a verme, si tendremos una conversación quiero que nos miremos a la cara, no a espaldas como un par de cobardes.

Su corazón gritaba que no, no quería voltear a verla, no podría sostener su mirada ahora.

Pero sabía también que hablarle de esa manera no era justo para ella, luchó contra sí mismo para así voltear hacia ella de manera perezosa y desganada, encontrándose por fin con ella, pudo ver la tristeza en ella, su rostro demostraba confusión.

Deseó cortar aquella distancia y abrazarla, llenar su cara de besos y decir: —¡Oye Dulce!¿Me has creído? Pero si era una broma, por favor no te enojes, quería jugar un poco.

Ella se enojaría, zafándose de él, quien la perseguiría por toda la casa tratando de obtener su perdón por aquella pesada broma de mal gusto, y finalmente vería una de las gentiles sonrisas que tanto amaba formarse en los labios de la chica, quien lo golpearía en el hombro sin intención de dañarlo, lo regañaría, para después abrazarlo y decirle lo afligida que estaba, haciéndole prometer que no volvería a hacerlo, y claro que el aceptaría, para así todo terminar en una sesión de mimos mutuos.

Tenía tantas ganas de que aquello sucediese, si que tenía ganas, vendería su propia alma por que aquello fuera realidad en estos momentos, en realidad podía hacer eso ahora mismo y olvidar su estúpido plan. Pero estaba decidido, esto tenía que terminar esa misma noche.

—Estoy pidiendo lo que escuchaste, que te alejes de mi, ya no siento ningún cariño por tí.

Mentira

Lo estuve pensando —siguió —y lo mejor es que nos separemos, esto fue lindo pero terminará aquí, ya no siento nada por tí.

Otra mentira

—Creo eso, estoy seguro, no quiero lastimarte más si es que no siento nada por ti, dejé de quererte, es eso.

¿𝘛𝘶́ 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯? ━━━━ 𝘔𝘢𝘯𝘫𝘪𝘳𝘰 𝘚𝘢𝘯𝘰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora