57. Catástrofe

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Me encanta contar que Lucas nervioso es una auténtica obra de arte

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Me encanta contar que Lucas nervioso es una auténtica obra de arte. Y lo presumo.

Me sabe extraño decir que somos novios ahora, de verdad y no como en uno de esos juegos en los que nos juramos fingido amor eterno; que hoy no es ni se siente una mentira, y que estamos en una relación que inicia siendo formal y sincera. Es apresurada, intensa, atropellada y como se vea, pero sincera por sobre todo. Nada supera el hecho de que sus sentimientos hallaron su lenguaje finalmente y llegaron a mí de forma plausible, de un modo tan bonito que jamás imaginé merecer, y me genera placer que otros lo sepan.

Creo todavía que estoy en un sueño. No porque sea imposible, sino porque luego de tantas inseguridades y miedos, trabas auto impuestas y barreras insostenibles, supuse que estar así, juntos de esta manera, ya no sería nunca una realidad. Y es que mantenernos en nuestro eslabón se presentaba más sencillo que intentar modificar y darle un giro a lo que era nuestra historia antes del primer beso.

No puedo negarlo. Se siente súper bonito, pero tanto como extraño. Cuando antes los amigos no se besaban en la boca, ahora no hay otro destino que persigan la mayoría de nuestros besos. Sigue pareciéndome irreal, y por lo mismo no me sorprende la incredulidad de mi mejor amiga.

Hace al menos cuatro minutos no le hablo a Belle, para dejarle procesar la información, pero ella sigue caminando arrastras detrás de mí, repitiendo descreída su oración como si la misma pudiera anclarla a la realidad bajo sus pies. Puede que incluso huya de ella. La verdad me avergüenza un poco mirarla a la cara. Sé que de todo lo que le he contado solo un evento tiene azas importancia en sus pensamientos impuros. Y es su hermano de quien seguimos hablando, de sus dedos dentro de mi vagina. No tardará en hablar al respecto.

—¡Es que no lo puedo creer! —persiste, impetuosa.

—Bueno, ya me quedó claro... ¿Puedes bajar la voz? —suplico azorada—. La gente nos está mirando extraño.

—Qué importa, que se enteren de lo nuestro. —Dejo escapar una risa incómoda, cohibida por el escrutinio público y porque pese a eso ella no se detiene; sigue circunspecta—. Ahora, ¿puedes contarme de nuevo todo lo que pasó el sábado?

—Por supuesto que no.

—Lulú, es jueves ya y soy tu mejor amiga. ¿Tienes algo que justifique el porqué soy la última en enterarse de que mi hermano y mi hermana de corazón son novios al fin?

—No —admito con simpleza—. La verdad es que no.

—¡Con más razón, cínica! —reitera efusiva, y apresura el paso casi a trotes para volver a alcanzarme—. Repíteme toda la historia. Necesito confirmar que tu declaración no tiene agujeros o inconsistencias y que no estás jugando con mis sentimientos. ¡Por favor! Dime que las sonrisas que se le escapan a Lucas de la nada todos estos días tienen que ver contigo.

Una sonrisa esperanzada se planta en mis labios solo de imaginarlo. Me encanta la imagen de Lucas que se forja en mi mente gracias a su descripción. Todas, si soy sincera.

Tametzona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora