Cuando Lucas empezó a vivir para ilusionar con su independencia y, ergo, con su departamento, me hice también su cómplice. Lo habíamos hecho durante toda la vida, esto de sentir y compartir lo mismo que y con el otro, y por lo mismo no era sorprendente que me emocionara con la idea tanto como él. Siempre pensé, porque así lo prometimos, que estaríamos juntos para recorrer su hogar la primera vez. Se siente extraño hacerlo ahora por separado, o sola, sin tenerlo siquiera como guía, porque ya no está conmigo y tengo la sensación de haber perdido el significado real de esto.
Luego de que concluyera nuestra sesión de besos en el pasillo, la cual acabamos porque mi ropa seguía destilando agua de lluvia, tomé casi por obligación una ducha, y Lucas decidió hacerlo también después de mí, y de hacer té para ambos. Pero antes me indicó que, mientras se duchaba, podía hacer un recorrido intensivo por el lugar; de este modo cuando él volviera para hablar conmigo, porque aseguró tener mucho por decirme aún, no tendríamos más excusas ni distracciones. Dentro de todo, me pareció extraño que me prohibiera acercarme a la habitación de invitados, mas no refuté. Y me carcome la curiosidad, pero creo que sigo guardándole respeto... O tal vez solo conservo la ilusión de encontrar allí una sorpresa para mí, que sea positiva, y que me encantaría descubrir únicamente a su lado.
Por eso me concentro solo en mi recorrido, sin quejas ni berrinches. Ya luego tendré tiempo de ser dramática.
Cada rincón del departamento es exquisitamente precioso, y tiene sin duda la marca de mi abuela Anna en el más mínimo detalle de la decoración. Es bastante amplio, pero supieron abarcar cada espacio sin que se vea recargado con el mobiliario, que sigue casi en sintonía la misma paleta de grises, blanco y azul; con excepción del suelo que es de madera clara.
La cocina no difiere mucho desde la última vez que la vi, con excepción de la pintura gris de los gabinetes que sí parece haber sido renovada, igual que el panel para salpicaduras que ahora, armónicamente, comparte el mismo tono blanco que las encimeras de cuarzo. Las lámparas y sillas de la barra de desayuno son nuevas, también el juego de comedor al completo, los sofás, sillones y el televisor del salón, y la iluminación de esta última estancia depende casi en su totalidad de luces LED incrustadas en los paneles de yeso. Ya no hay rastro de la decoración fea y estrafalaria de los antiguos propietarios, y aunque todo se mantiene todavía muy iluminado y claro, hay una vibra de frescura, serenidad y elegancia que únicamente asocio a Lucas y su masculinidad.
Este es en definitiva su lugar, aun cuando hay más plantas de las que se imaginaría en un principio. No porque Lucas las odie, sino porque no es de los que le pondría demasiada atención al cuidado de la vegetación. Fuera de eso, incluso las alfombras y cortinas dicen algo de él, como fragmentos que hacen una sola pieza medida. No obstante, mi espacio favorito, además del balcón en forma de diamante y su estudio pulcro y organizado, repleto de estantes con utensilios y pinturas, se ubica justo donde antes estaba el armario para la habitación de invitados, que ahora es un espacio abierto dispuesto como una pequeña biblioteca a rebosar de libros ordenados por sagas y colores.
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Tametzona ©
Teen Fiction[COMPLETA]. La luna es, para algunos, simplemente un misterioso cuerpo celeste que se percibe suspendido en el cielo, y para otros va más allá de ser solo el brillo que se refleja a través del sol. Puede ser luz u oscuridad; ausencia o silenciosa co...