27. Siento mucho por ti

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—Ya está grande, deja de cuidar cada paso que da —sugiere mi amigo, supongo que siguiendo con la mirada el objeto de mi afanado interés

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—Ya está grande, deja de cuidar cada paso que da —sugiere mi amigo, supongo que siguiendo con la mirada el objeto de mi afanado interés. 

Desde hace un rato en nuestra posición al otro extremo de la sala, en la región donde se ubican los antiguos sofás deshabitados, me mantengo de pie y casi alerta observando a Luna, que para mi disgusto continúa acompañada de Samuel. Parecen tener una conversación sin importancia, o eso quiero creer, pero sigue siendo una que consigue incomodarme a sobremanera por el hecho de que ella está sonriendo. No entiendo qué puede estar diciendo él que tenga tanta gracia como para provocar su primera sonrisa de la noche, pero me resulta injusto y hasta molesto tomando en cuanta que a mí no ha hecho más que reclamarme desde que inició este día.

Hasta me siento ridículo. No suelo ser dramático, y hoy que parezco serlo más que nunca me avergüenzo de mí mismo, aunque no cuestiono mi reacción. Hace mucho tiempo, cuando entendí lo que me sucedía, dejé de cuestionar mis celos, y ahora que asumo parte de mi arrebato emocional a la ingesta del alcohol que inicié hace más de media hora mucho menos lo hago. No conozco al sujeto, y no sé qué interés o qué información tendría que estar intercambiando con ella encima de todo a solas.

También me avergüenza, pero incluso me aterra tanto como me enoja pensar en que no quiero que él, siendo un recién llegado a nuestras vidas, se convierta en otro obstáculo que alimente mi cobardía. Ya suficiente he tenido que lidiar con la situación de Keanu.

—Jamás dije que no lo estuviera, simplemente ella es mi responsabilidad ahora... y no confío en Samuel.

—Su responsabilidad social y educativa no van de la mano... —Alex farfulla, llamando mi atención. Giro a verlo, confundido al no saber qué es lo que quiere dar a entender, y él prosigue a explicarme al notar que sus palabras atraen mi interés—. Quiero decir, es un irresponsable y lo que quieras cuando se trata de rendir académicamente, pero en lo que concierne a su trato a las personas es muy sensato y respetuoso; también es buen amigo y lo comprobarías si te dieras la oportunidad de no ser tan amargado y desconfiado.

Formo una mueca, fastidiado por la mención de mi compañero.

—Él no es el punto aquí —simplifico anodino, seguro de que si de algo no quiero hablar es de Samuel.

—¿No es por él que tienes tu cara de culo ahora? —se burla, logrando que lo mire mal antes de que se retracte enseñándome su mano libre, como queriendo señalar que está rendido y desarmado—. Bien, ya me callo. A lo que quiero llegar es a que no tienes nada de qué preocuparte. Créeme, Samuel no hará nada en contra de Luna... a menos que así ella lo quiera.

—Y no creo que ella quiera algo de él, pero da igual, no importa. —Zanjo el tema—. Si me obligaste a venir aquí, al menos deja de cuestionar mis acciones y no critiques lo que me dé la gana hacer.

—Entonces no cometas acciones cuestionables, imbécil —resalta, pero no consigue respuesta de mi parte. Yo simplemente me dedico a mirar a la pareja de mi interés y motivo de mi angustia, que ahora se desplaza hacia la pista de baile mezclándose entre el resto para seguido iniciar la ejecución de sus pasos con mucha más cercanía de la que considero adecuada y prudente—. En serio, Luki —insiste mi amigo, moviéndose para quedar frente a mí e importunar mi visión—. Escucha, ella está intentando pasarlo bien, y si la fiesta era en un principio para ti, ¿por qué no divertirte también? Bebe, baila y al menos intenta actuar como un adolescente normal... Aprovecha que ya te queda poco. La adultez duele, hermano —se lamenta, usando un dramático tono lastimero que me hace sonreír.

Tametzona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora