Capítulo 6

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A la mañana siguiente, Natalia se levantó pronto con un fuerte dolor de cabeza, no soportaba estar en la sierra sin Alba, durante toda la noche se había arrepentido de su idea de marcharse para descansar, le fue imposible, allí se habían amado tanto, y allí Alba le había prometido amarla todos los días, se lo había dicho con la voz entrecortada por el cansancio del placer, pero su voz estaba repleta de ternura, mientras la estrechaba fuertemente sobre su cuerpo desnudo. Se sacudió aquella visión de su mente porque notaba como se erizaba su piel, en la ducha le dio vueltas a la idea que Encarna le había comentado, ¿y si todo fuera una artimaña de Luna?, pero... ¿para qué?, no tenía sentido, Luna no era una mala persona, no sin duda no era así, ¿y qué interés podía tener?, era absurdo. Lo único que le preocupaba era lo que habría pasado en aquella cena, a lo mejor habrían confirmado su relación, si era así, estaba dispuesta a pedir traslado en el hospital, vivir sin Alba ya era lo suficientemente duro como para además verla con otra. Solo paró de pensar en ella, cuando llegó a su casa, sabía que Alba estaría trabajando porque lo miró para ella cambiar su guardia y no coincidir. Cuando llamó a la puerta, abrió Encarna con el monedero en la mano.

N_ Buenos días Encarna –le dio un beso

En_ Buenos días hija, no sabes lo bien que me vienes, me he quedado sin azúcar y quería bajar. En la habitación de Alba esta Daniel, no ha dado nada de faena, pasa, pasa ¡ah!, y cuento contigo para el desayuno

La mujer se marchó y una Natalia sonriente cerró la puerta dejando el bolso sobre la mesa, directa se marchó a la habitación y al llegar su rostro reflejo sorpresa, allí en la cama estaba Alba durmiendo abrazada al pequeño. Los ojos de Natalia recorrieron su cuerpo que tan solo lo tapaba un camisón que dejaba al descubierto su espalda, sus piernas y sus hombros, Natalia notó como se le secaba la garganta, despacio se acercó hasta ella con una suave sonrisa marcada en sus labios y mirándola con dulzura, sus ojos brillaban y sus manos temblaban de deseo por tocar aquella piel que parecía llamarla a gritos. Tuvo que resistirse mucho para no hacerlo, suspirando bordeó la cama hasta llegar a su hijo, apartó de manera brusca su mano del cuerpo del pequeño esperando despertarla, la miraba con una sonrisa maliciosa, pero ella ni se inmuto.

Estuvo un buen rato jugando con el pequeño, pero no perdía detalle de la puerta de la habitación, esperaba verla salir, la visión de Alba en camisón saliendo por la puerta, encendía de manera brutal su deseo. Cuando el niño volvió a dormirse, Natalia lo dejó suavemente en el moisés. Sin pensarlo dos veces, volvió a asomarse a la habitación, en la misma postura seguía Alba, su mente le empujaba a hacer cualquier travesura, y decidida entró.

Las pesadillas se habían adueñado de las noches de Alba, siempre se repetía el mismo sueño, estaba hablando con Natalia y llegaba Luna, la besaba con pasión y Natalia se marchaba perdiéndola para siempre. En esa pesadilla estaba metida cuando Natalia con una sonrisa pícara se acercó disfrutando de verla así, como a ella tanto le gustaba teniéndola solo para ella. Se sentó con cuidado a su lado, su respiración comenzó a agitarse y no pudo reprimir las ganas intensas de acariciarla, pasó lentamente sus dedos sobre la piel desnuda de Alba, recorrió su brazo sintiendo como los latidos de su corazón se alteraban como siempre que la tocaba. Cerró los ojos tratando de resistirse al deseo pero era imposible, se acercó con cuidado hasta su cuello dejándole un fino y tierno beso, Alba suspiró inconscientemente y ella sonrió encendida por un deseo descontrolado, volvió a besarle pero esta vez el beso lo acompañó con un mordisco que hizo reaccionar a Alba.

A_ ¡Luna déjame! –murmuró aún medio dormida. Cuando abrió los ojos ante ella se encontró con una Natalia completamente desencajada mientras ella consciente de lo que había dicho se sentó de un salto frotándose el cuello un tanto dolorido-. Natalia cariño...

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora