Capítulo 19

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La noche fue intensa para las dos, cada una pensando en la otra y cuando por fin el cielo cobró el color rojo del amanecer, Alba se levantó, no podía soportar el lado vacío de Natalia, su ausencia era puro tormento arregló toda la casa, no quería que al regresar Natalia viera las velas consumidas, sonreía y daba por buena aquella perdida en cera. A lo largo de la mañana llegaría y podría decirle lo que tanto ansiaba.

Natalia se había despertado a la misma hora que lo hiciera Alba, había estado imaginando lo que estaría haciendo y no podía evitar una sonrisa permanente en sus labios mientras se abrazaba a la almohada, hasta que un nuevo pensamiento llegó a ella, la voz de Aimé dándole un consejo del cual no quería también se cumpliera en ella.

Ai_ El corazón en el amor es como una hoja de papel, si lo estrujas y lo maltratas, se arruga y cuando las cosas vuelven a su cauce y tratas de alisar la hoja, siempre queda alguna arruga, y eso en el corazón es una cicatriz eterna.

N_ Alba... no podemos fallar de nuevo... –suspiró apenada mientras miraba el teléfono móvil-. Será mejor que no la llame, no quiero agobiarla...

Alba miraba el teléfono móvil... eran las diez de la mañana y Natalia no había dado señales, se mordía las uñas con nerviosismo, había limpiado la casa de arriba abajo, y había hecho una lavadora, había tendido y estaba sentada en el sofá esperando la entrada por la puerta del amor de su vida, pero aún no había llegado.

A_ Natalia... espero que me escuches –susurró su pensamiento que más que eso, era un ruego. Tomó el móvil entre sus manos temblorosas por los nervios y cuando fue a marcar se detuvo-. Será mejor que no la llame, no quiero agobiarla...

El día pasó lentamente, el turno de ambas no era hasta la noche, y parecía que sería en el hospital donde tendrían la charla tan deseada. Alba se marchó un poco antes de la hora, con el anillo en la caja preparado para entregárselo, sabía que le gustaría y se sentía feliz. Al entrar por la puerta se dirigió rápidamente a Teresa que se estaba poniendo la bata, al girarse y verla sonrió.

T_ ¿Qué haces tan pronto aquí?.

A_ Tengo cosas que hacer... ¿ha venido Natalia? –la miró intensamente con los ojos nerviosos.

T_ No, aún no.

A_ Vale... cuando venga me lo dices por favor.

T_ Alba... ¿vas a recapacitar hija? –la miró con gesto apenado.

A_ Cuando venga, dímelo –le sonrió dejándole clara la respuesta.

T_ ¡Ay espero que todo se arregle ya! –exclamó en voz alta.

C_ ¿Qué pasa Teresa? –apareció Cruz.

T_ Nada hija, Alba y Natalia, que parece que van a hablar definitivamente.

C_ Pero eso está muy bien, ¿no? –sonrió ante la noticia mientras firmaba.

T_ Sí, sí, pero yo no he pegado ojo en toda la noche, Natalia ayer estaba un poco reticente a la hora de perdonar a Alba.

C_ Yo no me preocuparía demasiado, Natalia solo quiere que Alba se deje de tonterías y si quiere hablar con ella, ya sabes para que es, al menos en el lavabo se dejaron algunas cosas claras, ¿no crees? –le guiñó el ojo ante la sonrisa de ella y el gesto apurado de Teresa-. Venga Teresa que por fin vamos a tener paz en este hospital con las chicas.

T_ Dios te oiga Cruz. Oye me ha dicho Javier que hay un chico con una herida en el hombro y en un costado, parece que ha sido una reyerta y estamos esperando la policía.

C_ Bien... ahora voy.

Eran las diez menos cuarto de la noche cuando Alba terminó de poner en la taquilla de Natalia, la caja con el anillo y una nota donde ponía No puedo seguir mi vida sin ti, perdóname. Te quiero. Era la segunda vez que preparaba la misma sorpresa. Al cerrar la puerta de la taquilla sonrió al ver la bata de Natalia colgada allí, la rozó con la palma de la mano y tras un suspiro se marchó.

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora