Capítulo 24

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Alba no contestó el teléfono, había sacado las pastillas y las había mezclado con otras, sabía que eran suficientes para conseguir su objetivo.

Se duchó y cambió de ropa, se puso el conjunto que tanto gustaba a Natalia, seguía recordando la cinta que acababa de ver, su voz la acompañaba en cada paso, sus palabras resonaban en el cuarto, quería despedirse de la vida con su pensamiento completamente entregado a ella. Suspiró sintiéndose cobarde... pero no tenía fuerzas para seguir viviendo, se había quedado vacía por dentro y lo que era peor, sola, en la soledad más absoluta, la idea de que Natalia podía no despertar se había instalado en su mente a traición, sabía que no podría soportar no tocarla, al menos aún estando terriblemente lejos de ella, seguía cercana, podía cuando estaban solas, besarla, acariciarla, sonreírle, ¿pero cómo soportaría la ausencia?. Salió del cuarto de baño, se sentó en la cama buscó bajo la almohada el camisón que Natalia solía utilizar en ese tiempo, lo extendió con dulzura sus manos lo rozaban como si realmente fuera ella, sus labios dibujaban una sonrisa triste, se aseguró que el teléfono estaba descolgado, todo bajo su control, para decir adiós.

Entre tanto en el hospital, Teresa estaba a punto de un ataque de nervios, no paraba de marcar el número y una y otra vez, comunicaba, quería tranquilizarse pensando que podía estar hablando con alguien, mientras su compañera por la otra línea continuaba insistiendo al móvil.

T_ Vamos Alba, no vayas a hacer ninguna tontería por el amor de Dios...

J_ Oye Teresa te veo un poco nerviosa, ¿no? –le sonrió ajeno a todo cuando ocurría

T_ Alba no responde el teléfono, ni al móvil.

J_ Bueno se ha ido a descansar... déjala descansar

T_ Se ha ido a descansar con un bote de Diazepan enterito –elevó sus cejas.

J_ ¿Qué dices?

T_ Lo que oyes está muy mal de animo Javier muy decaída y ya sabes tú que Alba sin Natalia... además a Cruz la han hecho subir a la habitación a toda prisa no sé que le ha pasado a Natalia. ¡Esto es un sin vivir! –exclamó mirando al cielo

J_ Voy a ver

T_ No puedes irte, se ha ido con ella Héctor eres el único médico, Aimé está operando

J_ –se quejó apoyando sus manos sobre el mostrador con actitud pesimista.

D_ ¡Teresa! –la llamó alterado Dávila que venía seguido por una Begoña que parecía estar encantada ante la situación

T_ Dime Dávila –le dijo volviendo a marcar el número de Alba

D_ Deja el teléfono y escúchame

T_ No puedo dejarlo, Alba está a punto de cometer una tontería

D_ ¿De qué hablas?, lo que Alba ha hecho es... un momento –se detuvo pensativo mirando a Teresa con los ojos entre cerrados-. No pretenderá...

T_ Sí, justamente eso –asintió con nervios

B_ ¿Qué pretendes hacernos creer Teresa?, ahora vas a disculparla

T_ ¡Cállate demonio!, que eres un demonio –le desafió con una mirada encolerizada haciendo que Begoña desapareciera de allí

D_ ¡Pero se ha vuelto loca! –exclamó fuera de sí Dávila-. Voy para su casa

T_ Gracias Dávila, Vilches la ha acompañado pero...

D_ ¿No tienes llaves? –la interrumpió él también nervioso

T_ No –puso gesto intranquilo

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora