Capítulo 63

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No sabían muy bien porque, ni tampoco les importaba, pero no podían parar de amarse, sus cuerpos era cierto que se mostraban un tanto extasiados pero bastaba un ligero roce, una ligera caricia para que nuevamente la pasión entre ellas se desatara. Volvieron a amarse logrando aquel nexo de unión que parecía que cuando se entregaban sus cuerpos estuvieran unidos el uno al otro, se movían acompasadas sabiendo justo el rincón donde una hacía explotar a la otra, ambas devoraban con la misma euforia sus bocas, sus pieles, sus sexos, no cesaban de sentir y querían seguir sintiendo aquella maravillosa sensación de estar en aquella nube particular, de la que eran dueñas y señoras, viajaban por el cielo pudiendo llegar al sol sin derretirse porque el propio calor que tenían sus cuerpos, el ardor que sentían en su interior, aplacaba la fuerza del astro rey, podían rozar con sus yemas la luna que las seguía iluminando para que pudieran hacer con ella una fiesta de amor, podían notar como subían a las estrellas y llegar al Universo con un temblor intenso en sus cuerpos.

A_ ¿Sabes una cosa Nat? –murmuraba con una voz más que rota por el cansancio, mientras reposaba en el pecho de su mujer

N_ ¿Qué? –su respuesta no fue mucho más intensa

A_ Creo que Carmen le ha debido echar algo a la comida

N_ ¿Por qué? –sonreía divertida imaginándose lo que iba a decir

A_ No es normal cariño es que no puedo con mi alma pero te deseo como una loca

N_ Nos habrá puesto una Viagra femenina –soltó una carcajada enorme-. No seas tonta, somos así, ¿o no recuerdas ya otros momentos en la Sierra por ejemplo?

A_ Sí –sonrió graciosamente.

N_ ¿Y cuando fuimos de luna de miel?

A_ Sí –exclamó extasiada de placer al recordar

N_ ¿Y en el coche?

A_ Dios sí, solo nos falta en la moto

N_ Pues a mí se me está ocurriendo algo, ¡levanta!

A_ No puedo –sonreía divertida ante el gesto insinuante de Natalia-. No puedo

N_ Venga Chiquita de la Calzada, ¡arriba! –le ayudó a levantarse sonriendo, cogió una manta y se enrolló, luego abrió un poco para que Alba se metiera dentro-. Ponte delante

A_ Nos vamos a caer

N_ Confía en mí

A_ Joder ¡que flojera de piernas!

N_ Y más que te va a entrar

A_ Me encanta, me encanta –repetía feliz-. ¿Dónde me llevas?

N_ Ahora veras a ver quisiste hacerlo en la cocina en nuestro refugio y no nos fue nada mal, y yo desde que he entrado en este maravilloso lugar, me muero de ganas de probar aquel sofá y la mesa, ¿qué me dices?

A_ Que te des prisa.

N_ Mi Princesa que hoy más que nunca eres mi Princesa –le musitaba en el oído

A_ ¡Eres lo peor Nat! –le dijo mientras bajaban las escaleras

N_ ¿Y eso? –la llevaba cogida del vientre con sus manos mientras Alba sujetaba la manta.

A_ Porque sabes que cuando me hablas así me derrito por fuera y ardo por dentro

N_ Y me gusta tanto lo último

A_ Definitivamente esto no es normal tendremos que hablar con Carmen es capaz de todo –dio una carcajada mientras llegaba al salón principal-. ¿Aquí quiere su Majestad?

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora