Capítulo 9

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Llegó la hora de marcharse, antes de hacerlo pasó por el cuarto de enfermeras pero Alba no estaba, se acercó a su taquilla para saber si se había ido, en su bolso tenía una copia de la llave porque en otros tiempos le gustaba dejarle regalos o notas. Abrió y vio que el uniforme de Alba estaba allí colgado, al rozarlo sintió que se le hacía un nudo en la garganta, aquel armario tenía su aroma, al fijarse vio que allí tenía una foto que provocó su sonrisa, eran de aquellos tiempos en los que sus vidas estaban repletas de sonrisas, de alegría y de unión. Apenada cerró la taquilla y fue hasta Teresa para que preguntarle.

T_ No hija no la he visto marcharse –dijo un tanto inquieta-. ¿Estás segura que se ha ido?.

N_ Sí, está su pijama en taquilla. Bueno, me voy tengo ganas de descansar. Hasta mañana Teresa.

T_ Hasta mañana.

Natalia se dirigió hasta casa de Encarna a recoger al bebé, allí tampoco estaba Alba, no había ni rastro no le dijo nada, supuso que ella no sabía nada y no quiso alarmarla. Con la promesa de llamarla cuando llegara a casa, se marchó..

N_ ¿Dónde estarás? –se preguntó en voz alta mientras Daniel empezaba a llorar-. Ya voy chiquitín, voy a cambiarte y a darte el biberón, esperaremos juntos a que venga Alba, ¿vale cariño?. Alba –susurró con nostalgia.

Puso la televisión, pero todo le aburría, se tumbó en la cama con el pequeño y el sueño le venció, soñó con Alba y cuando abrió los ojos miró a su alrededor pero no estaba, sintió nuevamente el pinchazo en el pecho de la pena y el dolor, pensó en llamarla en rogarle que estuviera donde estuviera volviera, que la necesitaba. El timbre de la puerta le sacó de sus pensamientos. Alba lleva llaves pensó mientras bajaba las escaleras.

Al abrir su gesto fue de auténtica sorpresa.

R_ ¡Hija qué alegría! –exclamó su madre abrazándola.

N_ ¡Mamá!, ¡papá! –murmuró sorprendida-. Que sorpresa, esto no me lo esperaba. Pasar, pasar.

P_ ¿Dónde está mi nieto? –le preguntó su padre después de besarla.

N_ Pues ahora os lo bajo, estábamos durmiendo –sonrió alegre pero con la tristeza reflejada en sus ojos.

R_ Vaya... sentimos si os hemos molestado –su tono cambió al pensar en Alba.

N_ No, tranquila, ahora bajo a Daniel, sentaros por favor.

R_ Tienen la casa mona ¿eh?.

P_ Se nota que está decorada por nuestra hija –se mostró orgulloso.

R_ Bueno Pedro, nos hemos propuesto no decir nada.

P_ Me gustan tan poco esa chica para nuestra hija.

N_ ¡Ya estamos aquí! –llevaba al niño en brazos mientras sonreía.

R_ ¡Pero qué grande está ya! –exclamó cogiéndolo en brazos mientras sonreía feliz.

P_ ¿Y Alba?.

N_ Ahora vendrá –contestó nerviosa.

R_ ¿Está trabajando?, podríamos pasar a por ella.

N_ No, no, está haciendo unas cosas –trató sin éxito de controlar la tensión-. ¿Queréis tomar algo?.

P_ Habíamos pensado ir a cenar fuera ¿si os parece bien?. Anda déjamelo coger Rosario.

R_ ¡Pero qué guapo madre mía!, se parece muchísimo a ti hija –ella sonrió pero en su rostro se marcaba el gesto preocupado-. Tienes mala cara Natalia, ¿estás bien?...

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora