Capítulo 44

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Entonces en un descuido de Alba, Natalia le cogió por la mandíbula y fue directa a su boca, el beso largo y profundo, desató a las dos en una lucha por besar más y más a la otra, sus lenguas se entregaron a un juego húmedo y divertido, hasta que Natalia mordió suavemente el labio inferior de Alba provocando que se apartara de golpe

A_ ¿Pero qué quieres matarme? –le dijo poniendo su mano en el labio

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N_ Lo quiero todo de ti –la volvió a tomar por la cintura atrayéndola hacia si lo suficiente como para unir sus cuerpos, sus bocas a un milímetro sus ojos devorándose, sus manos apretando sobre la piel de la otra y le susurro con voz cálida-. Absolutamente todo.

En ese momento si a Alba le hubieran pedido morir por estar así, lo habría firmado, volvía a sentir el calor de Natalia, volvía a sentir sus labios tan cerca que sentía como su piel ardía, como se abrasaba todo su ser en la hoguera de la pasión que su mujer le estaba preparando, entonces sutilmente, como si no hiciera nada, Natalia se acercó hasta su boca, con la punta de la lengua recorrió el lugar donde había dejado un mordisco, Alba se entregó a aquella caricia, cerrando los ojos, apretando sus manos en los brazos de la pediatra que disfrutaba de la misma manera que lo hacía su mujer, pero entonces de golpe se separó y le dijo:

N_ ¿Me pones la crema?

A_ ¿Qué? –le preguntó aturdida abriendo los ojos

N_ ¿Qué si me pones la crema? –la miraba sonriente elevando las cejas de manera simpática

A_ Sí, claro –suspiró y cuando fue a por la crema susurró-. Madre mía esto es un calvario

N_ ¿Dices algo? –la miró ladeando la cabeza cayendo su pelo sobre la cara de manera divertida

A_ Nada, date la vuelta

Natalia dejó caer lentamente el albornoz, su recorrido hasta el suelo iba dejando al descubierto poco a poco su desnudez exquisita, Alba resopló tratando de que ella no se diera cuenta, aunque por el espejo Natalia captó su gesto y sonrió complacida.

Mientras en la cocina, las mujeres habían convencido a Cruz que se quedará a comer, cada una estaba haciendo alguna cosa y hablando todas sobre la pareja.

Ca_ Bueno yo me voy... que mi marido tiene a Daniel y le toca la comida

C_ Sería bueno que trajeran al niño, creo que eso ayudaría un poco más a Natalia

Ca_ Pues claro, eso está hecho si queréis lo acerco a la tarde o me llamáis

R_ Está bien... se lo diremos a Alba, vamos Carmen yo te acompaño hasta la puerta

T_ Desde luego hay que ver lo mucho que ha cambiado esta mujer ¿eh? –les dijo con ese tonillo suyo criticón que les hizo sonreír a las dos-. Voy a poner la mesa

En_ Eso Teresa yo me llevo a Cruz para que me ayude un momento detrás al cuarto de la leña que nos hace falta

C_ Claro que sí Encarna, ¿vamos? –le preguntó sonriente

En_ Sí, abrígate que este lugar es maravilloso pero hace un frío

C_ Eso es cierto... es increíble como tenemos lugares así y somos tan torpes que no sabemos disfrutarlos. A ver... Encarna –le habló al salir de la cocina una vez se quedaron solas-. ¿Qué me quiere decir?

En_ Por eso estás casada con un hombre como Vilches... porque eres muy inteligente... si señor –sonrió-. Verás... sólo es un presentimiento aunque creo que no me equivoco –entraron en el espacioso cuarto que olía a madera-. Yo creo que Natalia está tratando de engañarnos a todas

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora