Capítulo 50

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Durante un buen rato, Natalia abrazaba el cuerpo desnudo de Alba que se había acoplado a los huecos del de su mujer, parecía que estaba perfectamente concebidas para ocupar aquel lugar pareciendo una. Ambas trataban de recuperar poco a poco la respiración, el ritmo de sus corazones iban descendiendo después de tanta intensidad, la calma había cubierto el ambiente que segundos antes había vivido un autentico diluvio de amor. Cansadas, se apoyaba la una en la otra, parecía que el sueño les iba a vencer, Natalia acariciaba lentamente el vientre de Alba mientras ésta, se había aferrado a la mano que tenía bajo su cuello y que la estrechaba. Se oía únicamente las respiraciones de ambas, y ante aquel silencio intenso apareció el susurro enamorado y cansado de Natalia.

N_ ¿Estás dormida, cariño?

A_ Casi –murmuró con su voz extasiada y los ojos cerrados

N_ ¿Tú sabes que nos hemos dejado el chocolate en la cocina? –levantó un poco la cabeza para tener la visión de su rostro tranquilo y relajado pero que ante su pregunta, dibujó una sonrisa

A_ Sí, lo sé

N_ ¿Por qué no vas?

A_ ¿Yo? –le preguntó sonriente-. Las piernas no me obedecen Nat, aún me tiemblan

N_ Y más que te van a temblar... –le susurró cerca de su oreja provocándole un suspiro-. Sé buena chica

A_ ¿Más? –trató de zafarse del cuerpo que tenía pegado al suyo

N_ Sí, y te prometo que te recompensaré –se separó lo justo para subir sobre ella, apoyar su codo en la almohada y observarla. Alba le acarició la mejilla con el dorso de la mano suavemente, para depositarla en los labios sensuales de Natalia que le dejó un fino beso-. Te quiero

A_ Mañana no vamos a poder movernos... tendremos unas agujetas que a ver como lo contamos

N_ ¿A quién quieres contar nada? –la miró sorprendida y sonriente mientras su mano jugueteaba con su pecho derecho con extrema dulzura

A_ Pues... ¿voy a tener más sorpresas?

N_ Vamos a estar solas unos días... nadie nos molestará –le guiñó el ojo y la besó

A_ ¿Ah si? –se mordió el labio-. Lo has planeado todo muy bien ¿eh?

N_ ¿Te gusta?

A_ Me encanta –se besaron suavemente

N_ Y a mí

Aquel susurró llegó acompañado de un pequeño roce de sus labios en la oreja derecha de Alba que se estremeció regalándole un gemido gutural que hizo que Natalia siguiera rozándole unas veces con los labios, otros con la punta de la nariz y alguna vez regalándole una sensación vertiginosa, con la punta de la lengua. Después de tanta pasión, les apetecía algo más calmado, Natalia dejó de apoyarse sobre la almohada, para subir sobre Alba a horcajadas, ella apoyó sus manos suavemente sobre su espalda y así en aquella postura tan íntima comenzaron a besarse suavemente, no separaban sus bocas por si se perdían, sus labios parecían el imán unos, y el hierro otros, después de devorarse sus movimientos tiernos, suaves y delicados, les daban un placer maravilloso que les hacía perderse en aquel maravilloso mundo del amor.

Tras unos minutos de besos y cuando Alba notó que Natalia intensificaba sus movimientos decidió devolverle la moneda.

A_ Para –le dijo separando sus labios ladeando la cabeza hacia la izquierda

N_ ¿Qué pasa? –le preguntó un tanto turbada

A_ El chocolate mi vida... el chocolate

N_ No lo necesitamos cariño –le besó el cuello justo allá donde sabía que Alba se desmoronaba

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora