Capítulo 28

925 52 0
                                    

En la cocina una vez tuvo todo preparado en la bandeja, con flor incluida se fue contenta hasta la habitación, al entrar vio que Natalia dormía y un gesto de incertidumbre se dibujó en su rostro, ¿cómo se despertará?, pensó. Dejó la bandeja sobre su parte de cama vacío, con cuidado y se acercó a ella gateando, se tumbó y le dejó un beso fino y tierno con la amplia sonrisa marcada en sus labios, la sonrisa que le daba la felicidad de cada mañana poder hacer lo mismo, tenerla viva junto a ella. Natalia se movió con cuidado quejándose, algo que hizo ver a Alba que su despertar no tendría nada que ver con su actitud anterior. Se separó para no disparar sus nervios al verla allí tan cerca, después, la miró fijamente con esa expresión seria que se había instalado en su rostro y que hacía que Alba comenzara a sentir un pequeño dolor de estómago.

A_ Buenos días te traigo el desayuno –le dijo con amabilidad sonriendo pero Natalia no contestó-. ¿Puedes levantarte o te ayudo?

N_ Puedo –su voz amarga le hizo entender su mal humor

A_ Está bien... te he traído el desayuno

N_ Ya me lo has dicho

A_ Vale... –se bajó de la cama bordeándola y poniéndose a su altura mientras le arreglaba los almohadones en su espalda en silencio. Le puso la bandeja y añadió-. Estoy en la cocina si quieres algo me llamas, tienes que tomarte los calmantes, hoy probaremos a ponerte en pie

N_ Llévate esta chorrada de la flor

A_ Claro

N_ ¿Qué pasa?, ¿qué como a los locos me das la razón a todo? –la miró con desprecio en sus ojos

A_ No, simplemente no quiero discutir, no quiero que te afecte nada, tienes que estar tranquila, no quieres flor, pues me llevo la florecita

N_ Hasta que no te pierda de vista no lo estaré... ¿cuándo te vas? –dio un bocado a la tostada

A_ Desayuna mi amor...

Al salir se apoyó en la pared tomando aire, sabía que volvía a ser la misma otra vez, y temía que si recordaba lo que había pasado entre ellas, su reacción fuera violenta contra ella. Estaba un tanto desesperada y no se le ocurrió nada mejor que llamar por teléfono.

A_ ¿Teresa?

T_ ¡Alba cariño qué alegría!, ¿le ocurre algo Natalia? –preguntó un tanto nerviosa

A_ No Teresa –no puedo evitar su desanimo

T_ Es a ti, ¿qué te pasa cariño? –le preguntó cerrando los ojos con pena por ella.

A_ Uf, no sé ni por donde empezar, son los trastornos de Natalia me van a volver loca y necesitaba hablar con alguien

T_ Debes tener paciencia hija

A_ Ya, pero tú no sabes como es esto de duro

T_ Lo imagino... ¡oye! –abrió los ojos-, ¿y por qué no llamas a su madre y que vaya contigo?

A_ Verás Teresa... yo había pensado que si... bueno... ¿tú no puedes venir? –le preguntó con tono un tanto melancólico ante su ausencia

T_ ¿Yo? –su tono retransmitió sorpresa mientras sonreía-. No puedo cariño... ya sabes estoy muy liada con la casa, mi marido, el trabajo... ya sabes...

A_ Ya, lo sé, lo siento Teresa no quería...

T_ No mujer, no te disculpes ¡ya me gustaría a mí poderte ayudar hija!

A_ Lo sé -sonrió agradecida

T_ Mira ahora te tengo que dejar pero prometo en cuanto tenga un hueco llamarte, ¿vale?, y te cuento chismes

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora