Capítulo 53

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Cuando colgó se fue feliz hasta la cocina, mientras, en la otra casa aquella mujer que había aguantado durante tantos días la presión que estaban viviendo la pareja, con un simple te quiero de su hija, se vino abajo, cuando colgó el teléfono las lágrimas se sucedieron una tras otra, y por mucho que las quería controlar no había manera de detenerlas, y aquella otra mujer, que había estado sufriendo también el calvario de la pareja, sintió el derrumbe de la que pensó nunca se derrumbaba, y no pudo más que abrazarla, sin mediar palabra, tan solo compartir una alegría en silencio que daba un descanso brutal a sus corazones.

Al abrir la puerta Alba con el culo, vio que Natalia estaba sentada en la cama mirando por el ventanal, sonrió al verla desnuda y Natalia sonrió al verla tan cargada.

N_ Ya era hora, iba a llamar a los bomberos

A_ ¡Anda y porque no has bajado tú a rescatarme!

N_ Porque estoy muy vaga –puso gesto tierno

A_ Según para que –sonrió y se sentó a su lado dejando la bandeja entre las dos. Luego se besaron-. Que hambre, ¿sabes que hora es?

N_ No, pero sí tengo hambre sí –le contestó lanzándose a por un sándwich que había hecho de foiagras

A_ Las doce menos cuarto

N_ ¡Con razón tengo tanta hambre! –murmuró mientras la miraba atontada-. Y por lo que has tardado yo pensaba que iba a tener una cena espectacular

A_ ¡Qué mala eres!, no te burles ¿eh? –Natalia sonrió dejándole un beso en los labios-. Que bien sabes. Pues es que he tardado porque he hablado con mi madre

N_ ¿Qué dice Encarna?

A_ Está muy contenta, pásame por favor la servilleta

N_ A cambio de un beso

A_ Eres genial, ¿lo sabías? –sonrieron besándose-. Está feliz ¡ah!, y la pesada de Teresa metiéndonos caña, ¡qué lo sepas!.

N_ Es adorable ahora que lo dices debería haber llamado a mi madre

A_ Pues si hija, sí.

N_ Pero es que no tengo tiempo –se quejó elevando sus hombros-. ¿De qué es ese?

A_ Queso de cabra, lo hace Fermín, que por cierto me ha dado un corte hablar con él

N_ ¿Y eso? –la miró sonriente

A_ No sé, debe saber todo lo que estamos haciendo, ¡yo que sé! –dio una carcajada

N_ Es un hombre muy serio, pero debe ser encantador

A_ Si, aunque esto me lo dijo Carmen, ¿sabes para qué construyó este cuarto?

N_ Para lo mismo que lo hemos usado nosotras, ¡seguro! –afirmó sonriente mientras le quitaba a Alba un trozo de lechuga

A_ ¡Ya te vale Nat!

N_ La culpa es tuya –se acercó nuevamente y le dejó un beso en el cuello ante el suspiro de una Alba que no podía reprimirse cuando la rozaba-. Has acabado con mis reservas de energía necesito reponerme

A_ Te adoro –le dijo mimosa

N_ Venga cuéntame ¿para qué lo hizo?

A_ ¿El qué? –preguntó distraídamente mientras mordía su sándwich

N_ Alba estás un poco despistadita ¿eh?

A_ Despistada no, es que no puedo concentrarme en nada, estando tú así... desnuda... es que se me van los ojos cariño –decía acercándose a darle un beso en el pecho

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora