Fue entonces cuando Chanyeol me miró. Era la primera vez que lo hacía en toda la noche, y pude leer en sus ojos un mensaje de despedida. Era como si hubiese él estado asomado a la borda de un barco y yo, abajo, en el muelle, diciéndole adiós.
Otras personas junto a él y junto a mí se apretujaban contra nosottos, pero nosotros no las veríamos. Ni nos hablaríamos ni llamaríamos, pues el viento y la distancia apagarían nuestras voces. Pero antes de que el barco desatracara del muelle, él me miraba a los ojos, y yo a él a los suyos.
Bogum, la señora Hyeyoung, el coronel Kang y Sehun, éste con el pedacito de papel en la mano, todos estaban olvidados en aquel momento, que era nuestro, inviolable, una fracción de tiempo suspendída entre dos segundos. Se volvió entonces, y, alargando la mano a Sehun, dijo:
–Enhorabuena. ¿Qué dirección es?
–Cerca de Barnet, al norte de Londres –respondió Sehun, dándole el papel–; pero no tiene teléfono; de manera que no le podemos llamar.
–De todos modos –dijo el coronel–, entre usted y la señora Hyeyoung han hecho mucho. ¿No puede ahora decirnos algo sobre el asunto?
La señora Hyeyoung negó con la cabeza.
–La señora no iba nunca al médico. Los despreciaba, como todos los que tienen salud. El único que la vio una vez fue el doctor de Kerrith, cuando se dislocó una muñeca. Nunca le oí hablar de ese doctor Hyuk.
–¿Qué se apuestan ustedes a que es un especialista de belleza? –dijo Bogum–. ¿Y qué demonio importa quién sea o deje de ser? Si el asunto tuviera importancia lo sabría Hye. Ya verán como se trata de un farsante que ha inventado un nuevo procedimiento de teñir el pelo o de blanquear la piel. Probablemente, el peluquero le hablaría de él, por la mañana, y Ryujin iría a verle por curiosidad.
–No –dijo Sehun–; en eso se equivoca. El portero me ha dicho que es un especialista muy conocido, un ginecólogo.
–¡Ah! –exclamó el coronel, tirándose del bigote–. Todavía va a resultar que le pasaba algo. Lo extraño es que no dijera una palabra a nadie. Ni siquiera a usted, señora Hyeyoung.
–Estaba demasiado delgada –dijo Bogum–. Ya se lo decía yo; pero no conseguí sino que se riera. Me contestó que le sentaba bien. Supongo que estaba en plan de adelgazar, como todas las mujeres. Puede que fuera a ver a ese Hyuk para que le pusiera una dieta.
–¿Cree usted que era ésa la razón, señora Hyeyoung? –preguntó el coronel.
Negó ella con la cabeza, lentamente. Parecía anonadada por la sorpresa que le había causado la existencia del tal Hyuk.
–No lo entiendo –dijo– No comprendo qué quiere decir eso. Hyuk. El doctor Hyuk.
¿Por qué no me diría nada? ¿Por qué me lo ocultó? No tenía secretos conmigo.–Quizá no quisiera preocuparla –dijo el coronel–. Sin duda, tenía hora pedida al médico, le vio, y aquella noche le hubiera dicho a usted de qué se trataba.
–¿Y la nota al señorito Bogum? –dijo ella de repente–. «Tengo algo que decirte. Tengo que verte.» ¿Es que también se lo iba a decir a él?
–Es verdad –dijo Bogum despacio–. Ya se nos olvidaba la nota. –Y sacándola del bolsillo, volvió a leer el final–: «Tengo que decirte una cosa, y quiero verte lo antes posible. RYUJIN».
–No cabe duda –dijo el coronel–. Me apostaría mil libras a que iba a comunicar a Bogum el resultado de la visita al médico.
–Empiezo a creer que tiene usted razón –dijo Bogum–. La nota y la cita parecen estar relacionadas. Pero lo que yo quisiera saber es qué demonios le ocurriría, qué le pasaba.

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Tras la sombra [Chanbaek]
FanfictionBaekhyun con un marido al que apenas conoce, el joven esposo llega a este inmenso predio para ser inexorablemente ahogado por la fantasmal presencia de la primera señora de Park la hermosa Ryujin, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece...