XIX parte 1

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(ya iremos viendo lo que pasó y el trasfondo de todo, muchas revelaciones)



Era Chanyeol. No le veía, pero reconocí su voz. Mientras corría, iba llamando a voces a Jongdae. Luego oí a Jongdae, que contestaba desde el hall, y que salía a la terraza.
Vi sus dos bultos confusos en la terraza.

–Desde luego que ha encallado –dijo Chanyeol–. Lo estaba mirando desde el cabo y lo vi entrar en la bahía y dirigirse derecho contra los arrecifes. No lo podrán poner a flote con estas mareas. Deben de haberse creído que estaban en la bahía de Kerrith. La niebla no dejaba ver absolutamente nada ahí fuera, en la bahía. Di en casa que preparen algo de comer y de beber, por sí esa pobre gente necesita algo, y llama a la oficina del señor Sehun y dile lo que ha ocurrido. ¡Ah! Y tráeme unos cigarrillos.

Se retiró la señora Hyeyoung de la ventana. Una vez más su cara quedó sin expresión, cubierta por aquella máscara de muerta que tan bien conocía.

–Mejor será que bajemos –dijo–. Jongdae estará buscándome para que prepare las cosas. Es muy probable que el señor traiga a los náufragos a la casa, como dijo. Tenga cuidado con las manos; voy a cerrar la ventana.

Me hice atrás y vi cómo cerraba la ventana y las maderas, corriendo luego las cortinas.

–Afortunadamente está el mar tranquilo –dijo–, o de lo contrario, esa gente lo iba a pasar mal. En un día como hoy no corren peligro. Pero el barco se perderá sí es que ha encallado en los arrecifes, como dijo el señor.

Echó una mirada al cuarto, para asegurarse de que no quedaba nada en desorden o fuera de su sitio, y arregló la colcha de la ancha cama. Luego abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme pasar.

–Daré orden en la cocina para que preparen una comida fría, y así no importará la hora a que vuelvan los señores. Puede que el señor no quiera volver a una hora fija si está ocupado allá abajo.

La miré, algo aturdido aún, y salí, moviéndome con dificultad como un muñeco de madera.

–Cuando vea al señor haga el favor de decirle, que todo está preparado por si desea traer a casa a los náufragos. Cuando lleguen encontrarán algo caliente esperándolos.

–Está bien, señora Hyeyoung.

Me dió la espalda y se dirigió por el pasillo hacia la escalera de servicio. Vi alejarse su figura larguirucha, chocante, vestida con traje negro, que llegaba hasta el suelo, rozándolo ligeramente, como las amplias faldas de hace treinta años. Llegó a la esquina del pasillo y dejé de verla.
Fui andando lentamente hacia la puerta de junto al arco, con la cabeza aturdido y confuso aún, como si acabara de despertar de un sueño demasiado largo. Pasé la puerta y comencé a bajar la escalera, sin saber para qué. Jongdae, que en aquel momento cruzaba el hall hacía el comedor, se paró al verme, y esperó hasta que terminé de bajar.

–El señor vino hace un momento, señor Baekhyun; cogió unos cigarrillos y se volvió a la playa. Parece que ha encallado un barco.

–Ya –dije.

–¿Oyó usted los cohetes?

–Sí, los oí.

–Estaba yo con Luhan en el antecomedor, y al principio los dos creímos que un jardinero había disparado un cohete de los de anoche, y entonces le dije a Luhan: «¿Por qué estarán haciendo eso, con ese tiempo, en lugar de guardarlos para los, niños el sábado?» Pero luego oímos otro y un tercero, y Luhan dijo: «Esos no son fuegos artificíales; eso es un barco que está pidiendo socorro». Y yo le dije: «Me parece que tienes razón». Y salí al hall y entonces oí al señor que me estaba llamando desde la terraza.

Tras la sombra [Chanbaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora