Chanyeol tuvo que ir a Londres, a finales de junio, para asistir a un banquete, relacionado con algo del condado. Estuvo fuera dos días, durante los cuales me quedé solo. Me horrorizaba la idea de su marcha.
Cuando vi desaparecer el automóvil en el recodo del camino, no me hubiera sentido peor si aquélla hubiese sido una separación definitiva y nunca más fuese a verlo. Tendría un accidente, seguro, y cuando ya entrada la tarde, volviera yo a casa, me encontraría con Jongdae, pálido y asustado, esperándome para darme la noticia. Llamaría al ffledico desde un puesto de socorro y me diría: «Tiene usted que ser valiente, señor, y prepararse
para una noticia muy grave».Acudiría entonces Sehun y nos iríamos al hospital juntos. Chanyeol no me conocería.
Todo esto me lo imaginé en detalle, mientras estaba sentado a la mesa. Vi los grupos de gente de la comarca alrededor de la iglesia el día del funeral, y a mí mismo apoyado en el brazo de Sehun. Lo vi todo tan claro, que apenas toqué la comida, sin dejar de escuchar, esforzando los oídos, para oír el timbre del teléfono.Por la tarde me senté en el jardín, debajo del castaño, con un libro en el pantalón.
Pero apenas leí. Cuando vi que Luhan venía hacia mí por el césped, comprendí que habían llamado por teléfono, y me sentí morir.-Han llamado del club, señor, para decirle que el señor ha llegado hace diez minutos.
Cerré el libro.
-Gracias, Luhan. El señor ha hecho el viaje muy de prisa.
-Sí, señor; un viaje muy bueno.
-¿No pidió que me pusiera yo al teléfono ni dejó ningún recado?
-No, señor; solamente que había llegado bien. Era el conserje el que habló.
-Está bien, Luhan; muchas gracias.
Sentí un gran alivio, y se pasó la congoja, Desapareció el dolor que sentí.
Experimenté el mismo alivio que cuando se llega a tierra después de cruzar el mar. Comencé a sentir hambre, y cuando Luhan volvió a la casa, entré furtívamente en el comedor, por la ventana grande, y robé unas galletas del aparador. Seis me comí. «Galletas Oliver», fabricadas en Bath. Y encima una manzana. No me había dado cuenta del hambre que tenía. Me fui al bosque a comerlo todo, no fuera a verme algún criado en la pradera, desde una ventana, para luego ir diciendo que «al señor Baekhyun no le gusta la comida que se prepara en la cocina, pues acabo de verlo ahí fuera atracándose de frutas y galletas».Aquello hubiera podido molestar al cocinero y a la señora Hyeyoung.
Puesto que Chanyeol estaba sano y salvo en Londres, después de haberme comido las galletas, me encontraba muy bien y extrañamente feliz. Notaba una sensación de libertad, como si no tuviera responsabilidad alguna. Igual que un niño el sábado por la tarde, sin lecciones ni deberes. Podía hacer lo que quisiera. Y con un short viejo y un par de zapatos de playa se iba a jugar a justicias y ladrones, con los niños de al lado, en el parque municipal.Así me sentía yo. Tenía que ser porque Chanyeol se había marchado a Londres.
Me quedé sorprendido de mí mismo. No lo entendía, en absoluto. Primero, no quería que se marchase. Y ahora, aquella alegría cordial, aquel andar con paso ligero, aquel contento infantil que me hacía sentirme con ganas de correr por la pradera y tirarme rodando por el terraplén... Me limpié la boca de migas de galletas y llamé a Kasper. Puede que, si me sentía así, fuese sólo porque hacía un día magnífico.Fuimos por el Valle Feliz hasta la caleta. Ya marchitas las azaleas, sus pétalos yacían ajados y parduscos sobre el musgo. Las campánulas aún no se habían marchitado y alfombraban tupidas el bosque sobre el valle. Los helechos, todavía tiernos, brotaban verdes y rizados. El musgo exhalaba un perfume hondo y fragante; las campánulas olían a tierra acre. Me tumbé sobre la crecida hierba, junto a las campánulas, apoyada la cabeza sobre las manos, acompañado de Kasper. Me miraba éste jadeante, con expresión ridícula, mientras de su lengua y de la poderosa boca caía la saliva a gotas. Unas palomas revoloteaban por entre los
copudos árboles. Todo estaba sosegado. Me puse a pensar por qué algunos sitios ganan en encanto cuando estamos solos.
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Tras la sombra [Chanbaek]
Fiksi PenggemarBaekhyun con un marido al que apenas conoce, el joven esposo llega a este inmenso predio para ser inexorablemente ahogado por la fantasmal presencia de la primera señora de Park la hermosa Ryujin, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece...