Tras la sombra [Chanbaek]

XXI parte 2

–Lo peor es que su marido identificase el primer cadáver hace un año.

–No comprendo...

–Pero..., ¿no sabe usted lo que hemos descubierto esta mañana?

–Sé que han descubierto un cadáver, que el buzo lo encontró.

–Sí –dijo, y luego, echando una rápida mirada hacia el hall, añadió–: Es el cadáver de Ryujin, sin duda alguna; no puedo ahora darle más detalles, pero los indicios fueron suficientes para que su marido y el doctor la pudieran ídentificar.

Calló súbitamente y se separó de mí, porque Sehun y Chanyeol habían entrado.

–La comida está lista. ¿Vamos al comedor? –dijo Chanyeol.

Salí primero, con el corazón como si fuera de plomo, dolorido y angustiado. El coronel Kang se sentó a mi derecha y Sehun a mi izquierda. No quise mirar a Chanyeol. Jongdae y Luhan sirvieron el primer plato y comenzamos a hablar del tiempo.

–He leído en el Times que ayer hizo ochenta grados en Londres –dijo el coronel.

–¿De veras? –pregunté.

–Sí. ¡Pobrecillos los que no pudieron salir al campo!

–En París –intervino Sehun– hace aún más calor que en Londres. Recuerdo un fin de semana que pasé en París, a mediados de agosto, y no se podía ni dormir. Se ahogaba uno. Hizo más de noventa grados.

–Y los franceses, generalmente, duermen con las ventanas cerradas, ¿no? –preguntó el coronel.

–No lo sé. Estaba parando en un hotel, y casi todos los que había en él eran americanos.

–Conocerá usted Francia, señor Baekhyun, ¿no?

–No mucho.

–¡Ah! Tenía la idea de que había vivido usted allí mucho tiempo.

–No –respondí.

–Cuando nos conocimos –dijo Chanyeol–, estaba en Montecarlo. Pero apenas puede decirse que aquello sea Francia.

–No, claro. Montecarlo debe de ser muy cosmopolita. Creo que la costa es
preciosa.

–Lo es –dije.

–No tan brava como ésta, ¿eh? Sin embargo, yo prefiero ésta. Cuando se trata de echar raíces..., no hay lugar como Inglaterra. Aquí sabe uno a qué atenerse.

–Puede que los franceses digan lo mismo en Francia –arguyó Chanyeol.

–Seguro que lo dirán –dijo el coronel.

Continuamos comiendo en silencio. Jongdae estaba de pie junto a mi silla. Todos pensábamos en lo mismo, pero la presencia del criado nos obligaba a continuar aquella comedia. Supongo que el mismo Jongdae pensaba en lo que nosotros, y que sería más natural que abandonásemos las conveniencias y le dejáramos tomar parte en la conversación, si tenía algo que decir.

Llegó el principio, y vi que la señora Hyeyoung no había descuidado disponer de una comida caliente. Me serví algo cubierto de salsa de setas.

–Todo el mundo lo pasó muy bien en su magnífico baile del otro día –dijo el
coronel.

–Me alegro mucho.

–Esas cosas hacen mucho bien en la comarca –dijo.

–Sí, es muy probable.

–Es un instinto que comparten todos los seres humanos, el deseo de disfrazarse de lo que sea.

–Entonces yo soy poco humano –contestó Chanyeol.