~Capítulo 58~

121 9 0
                                    

Roca Casterly

—¿Cómo se encuentra? —le preguntó Bastet al maestre.

Habían pasado varios días desde la llegada de la cabeza de Myrcella y Cersei empeoraba con cada uno que pasaba. La leona de Roca Casterly apenas comía, y eso que Bastet a veces la obligaba a ello. Tampoco dormía mucho, así que el maestre había sugerido proporcionarle la leche de amapola, pero Cersei se negaba a ello.

—El no dormir le está afectando al cuerpo —respondió el maestre—. Un poco de leche de amapola la ayudaría, pero insiste en negarse. No sé qué más hacer.

—Habéis hecho bastante maestre —respondió Bastet—. Intentaré razonar con ella.

Bastet entró a los aposentos de Cersei.

El aspecto de la Luz del Oeste dejaba mucho que desear. Su pelo, de color natural dorado, parecía paja. La piel parecía haberse vuelto gris y sus ojos, normalmente brillantes, estaban apagados y rodeados de ojeras, consecuencia de no dormir.

Bastet se fijo que en una mesa había una jarra de vino casi vacía. Hizo una mueca de disgusto: había ordenado que no se le llevase ningún tipo de bebida alcohólica, ya que necesitaba que sus capacidades no estuvieran nubladas por la bebida. Tendría que ser más clara la próxima vez con los criados.

—Acabo de hablar con el maestre —dijo Bastet, a modo de saludo.

Cersei estaba sentada frente a una ventana, mirando el mar, que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, de un color azul inmaculado.

—Dice que te niegas a tomar leche de amapola.

—Porque no quiero dormir.

—Cersei, mírate en el espejo. Debes dormir.

—¡No!

Cersei se echó a llorar, y Bastet pensó que era otra muestra de cansancio.

—No... quiero dormir. —Cersei se limpió las lágrimas con el dorso de sus manos—. No quiero dormir porque... tengo pesadillas. Los veo. Veo a mis hijos cuando eran bebés y luego... luego...

Bastet se colocó entre la ventana y ella.

—Los ves muertos en tus brazos.

Cersei asintió.

—¿Hay algo que pueda hacer? —preguntó Bastet—. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

Cersei volvió a limpiarse. Bastet pudo intuir la respuesta que le daría a continuación.

—Jamie... ¿Dónde está mi hermano?

—Lo mandé a hacer una misión —dijo Bastet—. Lo haré llamar, no está lejos, pero primero toma un poco de Leche de amapola, te sentará bien.

Negó con la cabeza. Parecía una niña asustada que se negaba a tomar su medicina.

—Duerme un poco, lo necesitas. Jamie está cerca, enseguida vendrá.

«Porque, claro, la isla de Tarth está justo a la salida de Roca Casterly», pensó Bastet con fastidio.

{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }

Tarth

Tarth era una hermosa isla localizada al norte de la Bahía de los Naufragios.

Jamie no la había visitado anteriormente, pero sí había oído hablar sobre ella. Le pareció correcto y muy acertado que el nombre de la Isla Zafiro. El Castillo del Atardecer, hogar de la Casa Tarth, se había erigido frente a las costas de las Tierras de la Tormenta, por lo que, cada mañana, Jamie veía el brillante color azul de sus aguas.

La segunda danza de dragones.«Khal Drogo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora