~Capítulo 8 ~

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Ya había terminado todo lo que la llevó a Pentos y Asha también se iría pronto, así que decidió irse con el khalasar de Drogo, muy a su pesar.

Bastet no sabía cómo reaccionarían sus hermanos.

El día que partieron se despidió de Asha. Ella volvía a su casa, las Islas del Hierro.

—Algún día volveremos las dos a casa, Bastet. Algún día vendrás a Poniente conmigo, aunque tenga que hacer frente al borrego de Robert Baratheon para ello.

—Algún día, Asha, algún día. Por el momento he de volver con Nana Cotha.

Ambas se abrazaron antes de que Asha subiese al barco. 

Bastet observó como el barco de su amiga se alejaba. Se alejaba hacia lo que Viserys llamaba su reino, el hogar de los tres. Bastet nunca había visto había visto ese supuesto hogar. Puede que algún día volviese al lugar en el que nació, pero hoy no era aquel día. Por el momento su lugar estaba junto a Nana Cotha. Volvería una temporada a Vaes Dothrak. A pesar de todo, le parecía que aquel viaje iba a resultar interesante.

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Cuando llegó junto con su caballo Legolas al lugar desde el que partiría el khalasar, Bastet vio al caballero exiliado que había sido tan amable con ella en la boda de su hermana.

El hombre tan pronto vio a Bastet fue a saludarla con una sonrisa.

—Buenos días, Ser —le contestó Bastet—. ¿Vais a acompañarnos hasta Vaes Dothrak?

—Así es, mi señora —contestó el exiliado—. He jurado lealtad a vuestro hermano Viserys como nuestro verdadero y único rey.

A Bastet le sorprendió aquello. Tal vez pensaba que con Viserys iba a devolverlo a su isla. Puede que el mismo Viserys dejase caer aquello para ganar su lealtad.

Su hermano se acercó para tratar unos asuntos con el caballero. Se dirigió a Bastet con amabilidad, como si nada hubiese pasado.

—¿Es ese tu caballo? —preguntó señalando a Legolas—. Es precioso. ¿Cómo se llama?

—Legolas —contestó Bastet secamente—, aunque no es costumbre entre el pueblo dothraki el poner a sus monturas.

Su hermano se alejó de allí con Ser Jorah.

Bastet empezó a pasear con Legolas entre la multitud. Los dothrakis se estaban preparando para partir hacia su ciudad. Era tradición entre ellos que los khales presentasen a sus nuevas esposas a las viudas del Dosh Khaleen. 

Bastet aprovecharía ese viaje para no viajar sin compañía. Mientras caminaba se encontró con Richard, quien tenía un don para aparecer en el momento más inoportuno. Nunca se le esperaba, pero él siempre llegaba. Bastet no entendía cómo era posible que fuese el Jinete de sangre de Drogon.

—Bastet —empezó Richard—, como ahora se ha descubierto que eres la hermana de la khaleesi se esperaba que ocupes el lugar que te corresponde durante el viaje.

Al igual que en la boda, la pareja iría seguida por los jinetes de sangre del khal y, tras ellos, la familia de la novia. A Bastet no le entusiasmó la idea. Lo más interesante estaba por el medio de la marcha, donde viajaban los miembros normales del khalasar. Tendría que cabalgar cerca de sus hermanos...

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El viaje comenzó sin contratiempos. Daenerys no saludó a Bastet cuando la vio. Bastet pudo apreciar el caballo que tenía. Era de color gris, un regalo del khal por su boda, supuso. A las khaleesis que no procedían del pueblo dothraki se les solía regalar un caballo.

La primera jornada de viaje transcurrió tranquila, si bien un poco más lenta de lo normal. La khaleesi no estaba acostumbrada a cabalgar y por eso el khal ordenó aminorar un poco la marcha. Viserys le dijo un par de comentarios amables a Bastet sobre el paisaje. Sólo recibió monosílabos de respuesta.

Por la noche Bastet decidió dar un paseo.

El cielo estaba despejado, las estrellas brillaban como pequeños diamantes y la luna estaba llena. Se quedó tan ensimismada mirando a la luna que la recibió en su nacimiento que no escuchó como alguien se acercaba.

—Bastet —le habló Khal Drogo en dothraki.

—Drogo... —contestó Bastet un poco seca, no había hablado con él desde antes de su boda—, ¿a qué se debe tal honor?

—Tu comportamiento —contestó el khal—, propio de un niña pequeña y no el de una "hija" de una viuda venerable del Dosh Khaleen.

—Ah, ¿de verdad? Yo lo encontré dentro de los estándares de aceptables educación

—Eres la protegida de la venerable Cotha, y has manchado su honor. Muchos ya murmullan sobre ti. Se preguntan como es posible que seas hija de la venerable Cotha y al mismo tiempo hermana de la nueva khaleesi.

—Me sorprende que solo te preocupe eso. Deja que hablen. Para mí Cotha es es mi madre, y su hijo Ordon es el único hermano que reconozco. No le debo explicaciones a nadie, pero escucha bien, Khal Drogo, yo soy un dragón, y defiendo a la míos con fuego y sangre.

Se fue otra vez dejando al khal solo, detrás de ella. Pero esta vez no se marchó con el hielo del dolor helando sus entrañas.

Esta vez se marchó con el fuego de la ira ardiendo con cada latido.

La segunda danza de dragones.«Khal Drogo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora