~Capítulo 15~

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—¿Y cómo estás segura eso? ¼volvió a preguntar Drogo.

Bastet suspiró.

—Ya te lo he dicho. Uno de mis informantes me ha dicho que mi hermana ha conseguido tres dragones —le repitió Bastet.

—¿Y es fiable esa fuente tuya?

—La más fiable —contestó Bastet.

—Bastet, ya sabes que si te pasa algo puedes...

—¡Qué te he dicho las verdad!

Lo malo de que tu hermano muerto te ayude en sueños es precisamente eso, que te ayude.

—¿Y cómo se ha comunicado contigo?

–La verdad es que... —Tenía que confiar en Drogo; si no era capaz de confiar en él ahora, no podía confiar en nadie—, fue mi hermano Rhaegar.

—Pensé que habíamos quedado en no volver a mentirnos el uno al otro.

—¡No te miento! Él siempre... siempre ha estado ahí. Desde que era una niña se me aparecía en sueños para ayudarme. Él me ayudó en momentos de necesidad. Es mi hermano y le creo.

Drogo se quedó mirándola un rato.

—Te creo —dijo finalmente. Bastet sonrió—. ¿Qué vamos a hacer? ¿Sabes que los dragones no se encuentran por casualidad al salir del castillo, verdad?

—Tal vez el hombre más listo de los Siete Reinos sepa que hacer.

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—Es precioso —dijo Tyrion mientras examinaba el huevo—. ¿Cómo lo conseguiste?

—Yo se lo robé a Daenerys —dijo Drogo—, y se lo regalé a Bastet como muestra de mi aprecio.

—Encantador —respondió Tyrion—. Ninguna mujer podría resistirse.

—Mi hermana tenía otros tres huevos de dragón —interrumpió Bastet—, y nuestros informantes dicen que han eclosionado. Necesitamos saber si este huevo puede

— Los dragones se esfumaron hace siglos —respondió Tyrion—. Tres es un número demasiado alto para una especie extinguida.

—¿Puedes o no ayudarme? —Bastet empezaba a creer que todos las tomaban por loca.

—Claro, para eso están los amigos —respondió sin apartar la vista dle huevo—. Es curioso...

—¿El qué? —preguntó Bastet.

—No estoy seguro. Necesito investigar. Te informaré esta noche.

—¿Esta noche? ¿Por qué no buscamos juntos?

—La señorita diplomática tiene una fiesta a la que acudir —respondió Tyrion.

¡Lo había olvidado! Ser embajadora era un trabajo muy agotador.

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Estaba hasta el colmo del Rey Joffrey, de su madre y de cualquier otro leoncito que se encontrará en aquella sala.

El gran Tywin Lannister volvía y se merecía un gran recibimiento.

A Bastet no le causó buena impresión, pero, claro, aquel hombre había matado a parte de su familia a traición. La historia de cómo habían muerto los hijos de Rhaegar y su esposa la horripilaban, y alguna vez había tenido pesadillas con ello. Tywin Lannister había dado la orden, y lo odiaba por ello.

El niño rey no había parado de incordiarla y su madre no le quitaba ojo de encima.

—Me parece que no le han presentado a mi señor padre —le dijo la reina.

La segunda danza de dragones.«Khal Drogo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora