22. Jumeirah

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—Levántate Nath. —Ömar está de pie en la entrada del averno, con las manos en los bolsillos.

Alzo la vista, la luz que entra por la puerta me molesta, no es mucha, pero después de estar aquí durante tantas horas es imposible no cerrar los ojos ante la claridad.

Se aproxima a mí con su andar arrogante, extiende su mano, en el dorso lleva una curación justo donde se hizo la herida, anoche no la tenía. Tomo la mano que me da para ponerme de pie, estoy débil y mis brazos están bastante afectados. Rodea mis hombros, su ardiente cuerpo me proporciona un calor reconfortante.

—Necesito un momento para acostumbrarme a la luz —comento en voz baja.

—Lo sé, puedes tomarte el que necesites.

Tardo varios minutos en poder salir de ese lugar, él me coloca una manta al rededor del cuerpo y caminamos a la habitación. He tenido suficiente tiempo estando encerrada en el sótano para tratar poner en orden mis ideas, Ömar está confundiendo mi mente, ese es su objetivo, el mismo me lo dijo, quiere romperme, lo que no sabe es que yo ya estoy rota desde hace mucho tiempo.

Las primeras horas la furia se apoderó de mí, Ömar me ha estado mintiendo, me prometió no hacerme daño y lo ha hecho, me dijo que tomara estos días como descanso y definitivamente él no me está dejando descansar.

También dijo que no me obligaría hacer nada que no quisiera, bueno en ese punto no puedo culparlo, no me ha llevado a arrastras al sótano, la primera vez no sabía lo que iba a suceder pero la segunda si y fui por voluntad propia, no puedo negar que fui por el gusto de complacerlo.

Es indudable el poder que ejerce sobre mi, no voy a luchar contra ello, puedo soportar sus prácticas, en realidad no es nada que no haya vivido antes, quizá un poco mas despiadadas pero al menos me da placer, algo que no obtengo en el burdel.

La convicción de que me compre es rotunda, quiero quedarme con él. Probablemente estoy loca, mis pensamientos no son normales, pero él tampoco lo es, por eso somos el uno para el otro, porque aunque odie que anule mi capacidad de controlarme acepto que he disfrutado lo que ocurre en el averno.

Incluso el haber estado durante horas en la oscuridad, lo agradezco, me recordó quien soy y de lo que soy capaz, algo que había olvidado estos días a su lado, le puedo conceder que domine mi mente y mi cuerpo, pero no mi corazón, dejaré a un lado las emociones que me hace sentir este hombre y me centraré en mi objetivo, complacerlo y después mi libertad.

Prepara la tina, aguardo sentada en la cama viéndolo moverse con elegancia.

Quiero ser como él, pudo superar lo que sea que le haya pasado siendo niño y se convirtió en el poderoso hombre que es ahora, a su lado yo podría ser como la mujer de la foto, la que pienso que es su madre, inclusive creo que nos parecemos, piel blanca y ojos azules.

Termina con el baño, se desviste y deja la ropa sobre mi cama, me lleva de la mano a la tina y nos metemos en el agua tibia.

Se coloca a mi espalda y lava mi cuerpo con mimo, hasta el último milímetro, me encantan estos momentos íntimos entre nosotros, como cuando aplicó las cremas en mi cuerpo en el burdel, cuando me dio un beso en la coronilla para dormir en su recámara o como hace dos noches que me mantuvo abrazada después de darme un maravilloso orgasmo.

Ömar es un verdadero acertijo, la mayor parte del tiempo es gélido, pero a veces puede ser tierno, en el sótano se transforma en algo poco menos que un demente ¿Tendrá algún problema mental?

Había una esclava en el burdel hace unos años que tenía un trastorno, algo sobre varias personalidades, a veces se comportaba tranquila, a veces temerosa, otras desquiciada, un médico la visitaba, un psicoalgo, tengo la idea que algo similar puede tener el árabe, sus comportamientos no concuerdan.

PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora