27. Socios

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Marceline y Frederika me ayudan a arreglarme para la importante cena de gala de Ömar, ambas están muy animadas con la idea de vernos juntos, yo también lo estoy.

¿Acaso Ömar es el único que no se da cuenta que estamos hechos el uno para el otro? ¿Todo ese sexo maravilloso que hemos tenido y que el mismo confesó que lo ha disfrutado como nunca no le hace ver que mi lugar es a su lado? ¿Qué tengo que hacer para que se convenza de una vez?

Me miro al espejo, la imagen que me devuelve es irreconocible, no parezco yo. El reflejo muestra una mujer elegante, sumisa, discreta y a la vez sensual. ¿Esto es lo que Ömar busca? ¿Es esta la clase de mujer que el quiere?

Alguien que esté a su mismo nivel y no sea una esclava sexual, alguien que pueda sacar libremente al exterior y presentar a sus amigos sin ningún reparo.

—Te vez muy bella Nath. —Frederika me observa con ojos brillosos.

—Si beluga, hasta te pareces a....

—Marceline —la interrumpe Frederika.

—¿A quién me parezco Zanahoria? —Creo saber lo que iba a decir, pero no puedo revelar que he visto las fotos de la habitación de Amún.

—Pareces una verdadera emeratí, es lo que Marceline iba a decir. —La mujer alemana le lanza una mirada de advertencia a la chica de pelo naranja.

—Si, justo eso iba a decir. —Sonríe forzadamente y luego se retira de mi habitación.

—Ven Nath, vamos a enmarcar mas esos hermosos ojos azules que tienes. —Me sienta de nuevo frente al tocador y continua con el maquillaje.

—Frederika... —Dudo si será buena idea preguntarle sobre la mamá de Ömar, al final decido aventurarme—. Yo vi una foto hace unos días, de una mujer blanca y de ojos azules ¿Es ella la mamá de Ömar?

—¿Donde la viste? —La mujer abre los ojos desmesuradamente.

—En la habitación del padre de Ömar —confieso con voz casi inaudible.

—¿Entraste ahí? —Asiento con la cabeza—. ¿Cómo? Siempre está cerrada.

—No lo estaba, tenía curiosidad por saber algo del papá de Ömar, no hay fotos de el en toda la casa y entré a ver si encontraba alguna.

—¿Qué mas viste?

—Varias fotos, el señor Amún, la mujer rubia ¿Es ella la mamá de Ömar?— Ella aprieta los labios sin responderme—. También vi unas fotos de Ömar de niño, estaba enfermo ¿Qué le pasó?

—No debiste ver eso, son cosas personales de Amún y Ömar.

—Pues ya las vi, dime que fue lo que le pasó.

—No, si él quiere contarte de su pasado lo hará, yo no so quién para revelar lo que tanto se han esforzado por ocultar.

—Frederika, conozco cosas de Ömar, unas muy turbias, tal vez tu también las sepas, lo que sucede en el sótano...

—Cállate niña, yo no puedo hablar de eso.

—No lo juzgo, lo acepto tal cual es, puedo soportar sus facetas extrañamente perturbadoras, pero necesito respuestas y algo que me ayude a convencerlo de que me quede aquí con él.

—Ninguna mujer se queda con él, tu tampoco lo harás, él es diferente, nadie puede entenderlo, a veces ni yo lo hago.

—Yo quiero quedarme aquí con él, quiero estar a su lado, no me importa lo que me haga, no será nada peor de lo que ya he vivido.

—Tú estas muy confundida dulce niña, no ves la realidad.

—Frederika...

—Sigamos con el maquillaje, ya casi es hora de la cena. —Ella termina de maquillar mis ojos, que se ven excepcionalmente grandes y azules.

PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora