46. Rayo de luz

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Dos días antes.

La oscuridad te consume si no sabes como controlarla, se adueña de tus pensamientos y de tus acciones volviéndote un ser primitivo que solo busca calmar la necesidad de destrucción.

Ser oscuro tiene mas ventajas que desventajas, sientes el dolor de una forma diferente, podría decírse que incluso lo recibes y lo abrazas como parte esencial de ti, el dolor es el alimento de esa oscuridad, es el motor que impulsa tus movimientos y es el motivo para que la razón te abandone.

¿Pero que pasa cuando hay un rayo de luz en tu oscuridad? Podrías pensar que sería un ancla que mantuviera la cordura en ti, tu mente podría usarlo para dejar de navegar a la deriva en un océano de miedo y desolación o simplemente podrías apagarlo y permitir que la oscuridad te trague completamente, que te digiera convirtiéndote en algo sin alma y sin corazón.

¿Qué eliges tú Nath?

—¿Cuántas semanas Rutilus?

—No puedo decirlo con certeza, quizá nueve o diez, todavía puedes deshacerte del problema.

¿Deshacerte del problema?

Las palabras llegan difuminadas y lejanas a mis oídos, intento abrir los ojos pero mis párpados pesan tanto que por más que lo intente mis ojos se rehúsan a despertar. Un ligero tirón en mi vientre me incomoda, lo he estado sintiendo hace algunos días.

—Tengo que pensar muy bien cual será mi jugada, estoy en contacto contigo.

—Si decides interrumpirlo debes darte prisa, lo mejor es hacerlo en las primeras semanas de gestación.

Los pasos se alejan, todo queda en silencio. Muevo las manos y siento mi estómago descubierto. ¿Qué pasó? Esfuerzo mi mente para recordar, los días anteriores son borrosos, como si hubiese visto mi vida a través de una pantalla que proyecta una película vieja y de mala calidad, como las que veía en el orfanato.

Las constantes agresiones de las esclavas, durmiendo en el averno una semana mas, después en la cloaca, los vómitos, el dolor abdominal, los senos también me duelen, la debilidad excesiva, días en los que apuradamente he podido mantenerme en pie mientras limpio las habitaciones del Burdel entre cliente y cliente, los mareos y los desmayos, tres demayos en siete días no es normal, sólo había perdido la conciencia algunas veces siendo azotada o asfixiada.

—Despierta Nath. —Golpeteos en mi rostro.

—Alek... —Abro los ojos lentamente, la luz de su oficina me molesta.

—Siéntate, tenemos que hablar. —Me levanto del sofá de cuero marrón y dejo caer la espalda en el respaldo, la cabeza aún me da vueltas.

—¿Qué pasa? —Coloco las manos en mis sienes y la presiono.

—Estás embarazada, y supongo que es de Ömar por el tiempo que tienes.

¿Embarazada?

El mareo es aún peor, las náuseas vienen en todo su esplendor a producirme arcadas dolorosas en la boca del estómago, no tengo nada para sacar, no he podido comer en días, las náuseas no me dejan.

Náuseas... Mareos... Vómito

¿Cómo no lo vi antes?

—¿Alek estás seguro?

—Rutilus me lo acaba de confirmar, yo ya lo sospechaba, Anne me había informado de tus constantes vómitos y de los desmayos.

¿Embarazada?

De repente entiendo lo que puede pasar, mi cuerpo empieza a temblar al ver a Alek caminar frente a mí de un lado al otro rascándose la barbilla. Me hinco delante de él y abrazo sus piernas, él no puede hacerme esto, el miedo me corta la respiración.

PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora