Tiemblo de frío, me quedo sentada en el piso junto a la puerta envuelta en la toalla, maldiciendo al estúpido árabe que me dejó en medio de la oscuridad otra vez, congelándome en este sitio que parece haber descendido de temperatura en las últimas horas.
No lo entiendo, de verdad intento que no me afecte pero sus cambios de comportamiento me fastidian. Por la mañana fue tierno, después en la playa un completo imbécil, aquí siempre se comporta como un demente, pero uno que me hace gemir de placer confundiéndome más.
¿Qué carajos pasa por la cabeza de Ömar?
La puerta se abre, el corazón me salta en el pecho dolorosamente pensando que es él que por fin viene a sacarme de aquí, pero duele aún mas al percatarme que es Marceline, trae una bandeja con comida, genial, eso significa que me quedaré aquí al menos unas horas más. Ella se sienta en el piso frente a mí y me extiende un plato con carne.
—Te traje kebab, Frederika lo cocina muy bien —habla alegremente como si el tenerme aquí tiritando de frío fuera cualquier cosa.
—No tengo hambre Zanahoria —respondo cortante.
—No seas boba, tienes que comer, te dará fuerza y podrás soportar mejor el frío.
—¿Así que tu te encargas de cuidarle las prisioneras a Ömar? ¿Ese es tu verdadero trabajo Marceline? —Ella compone una expresión de disgusto.
—Khaliqi —dice con furia, pero me importa una mierda—. Él no tiene prisioneras, ninguna mujer ha estado aquí contra su voluntad.
—Antes me dijiste que Ömar no había traído ninguna mujer a esta casa y ahora me confirmas que ha habido mas. Eres tan mentirosa como él.
Por un momento ella parece contrariada, como si el hecho de haber cometido una indiscreción le preocupara, muerde sus labios pensativa buscando una respuesta. Deja el plato a un lado y me toma de las manos mirándome fijamente a los ojos.
—Ömar no ha traído a nadie... Ellas vienen por si solas, tú eres la primera mujer que viene con él.
—¡Que privilegio el mío! —digo con sorna.
—Pues aunque no lo creas yo si pienso que debe significar algo. —Vuelve a tomar el plato con carne y lo acerca a mis labios—. Vamos come.
Hago lo que me dice, más por recuperarme que por hambre, bebo el qahwah con rapidez, está caliente y ayuda con los temblores de mi cuerpo.
Marceline sonríe complacida de ver que me he comido todo, a ella tampoco la entiendo, por lo general es amable y simpática conmigo, pero he percibido cierto recelo cuando hablamos del árabe, la idea de que ella siente algo por él persiste, quizá no hay nada entre ellos pero es evidente que algo pasa en el corazón de la chica.
—¿Cuánto tiempo más permaneceré aquí? —Ella se encoge de hombros.
—No lo sé, supongo que el tiempo que considere necesario para que ya no sangres.
—¿Qué tiene que ver eso?
—¿Eres boba o qué? Con el frío la sangre se concentra en los órganos internos para mantenerlos calientes y funcionando, por lo tanto deja de fluir hacia las extremidades y la piel. —Pone un dedo sobre una de mis piernas—. Mira, solo se ven los orificios pero no sangran.
Zanahoria tiene razón, no lo había notado porque estaba en la oscuridad, pero ahora con la luz tenue que entra por la puerta puedo ver los agujeros que dejaron los pinchos que me clavó Ömar, se aprecian morados en mi piel que está tomando un aspecto azulado. Marceline se pone de pie y recoge la charola.
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PENUMBRA
Misteri / ThrillerTrilogía Oscuridad. Tomo 1 (Burdel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Ser una esclava sexual? ¿O enamorarte de alguien peligroso con un obscuro secreto que seguro te destrozará?