31. Tatuajes

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—¿Ömar donde estás?

—Corre.

¿Qué corra? ¿A qué esta jugando este loco ahora?

—Ömar ya basta, enciende la luz. —Los chasquidos habituales de Ömar resuenan en la estancia, cada vez mas cerca de mi.

Wahid —susurra.

—Enciende la luz —ordeno, por alguna razón su actitud en este momento me asusta.

Athnyn. —El murmullo es mas cerca.

—¡Que enciendas la maldita luz! —grito presa de los nervios.

Thlath. —Una risa tenebrosa llega a mis oídos.

Mis pies se mueven solos, levanto los brazos al frente y corro al lado contrario del que según yo viene la voz de Ömar ¿Qué le pasa? ¿Por qué se está comportando de esta forma tan extraña?

Choco varias veces con los muros, mis manos se recienten por los golpes pero continúo moviéndome, la muñeca izquierda me truena con uno de los impactos y grito por el dolor inesperado.

El susurro de su ropa al moverse me pone en estado de alerta, él está muy cerca de mi, me sujeto la mano izquierda con la derecha, el dolor punzante no me deja pensar con claridad, me muevo despacio para no hacer el menor ruido y no pueda ubicarme.

Pego la espalda a un muro y contengo la respiración, la tengo tan acelerada que podría delatarme, un chasquido a mi lado me hace correr de nuevo y me estrello de frente contra una pared.

La sangre inunda mi boca, la escupo en todas direcciones, el sabor férreo me hace detenerme un momento, lo paladeo y disfruto de él, algo caliente y placentero recorre mi cuerpo envolviendo mi mente en una niebla de relajación y deseo ¿Por qué estoy asustada? ¿Por qué estoy huyendo de él? Es Ömar, el hombre que amo.

—Te encontré —murmura atrapándome en sus brazos.

—No, yo me dejé encontrar. —Me levanta por las nalgas y yo me enredo en él—. ¿Qué haces aquí? Marceline me dijo que estabas de viaje.

—No puedo estar lejos de ti, me quedan pocos días y aún tengo tanto por hacerte.

—¿Por qué me dejaste sola en Abu Dhabi entonces? —Busco su rostro en la oscuridad, quiero besarlo.

—No debiste ir. —Puedo percibir un tono de molestia en sus palabras.

—Sólo quería estar contigo. —Acerco mi rostro al suyo despacio calculando la distancia entre nosotros, no quiero chocar con él, ya me duele suficiente el labio partido.

—Estas sangrando —susurra en mis labios—. No tienes una idea de como me excita tu sangre.

—Y a mí la tuya. —Muerdo su labio tan fuerte que comienza a sangrar, el gruñe de esa manera sexy y dominante.

Nuestras sangres combinadas son un delicioso afrodisíaco, nuestro beso salvaje duele pero me excita, esta personalidad de Ömar es la que mas me gusta, amo su manera despiadada de poseerme.

Sus manos se desplazan por mi cuerpo deshaciéndose de mi ropa al igual que las mías con la suya, entre él y yo la ropa solo estorba, bien podría pasarme la vida entera desnuda ante él.

—Estos dos días que no te he tenido han sido una tortura —confieso.

—Te los voy hacer pagar aibtikari.

—Hazme lo que quieras.

—Siempre lo hago, ya me perteneces.

Ömar camina cambiando varias veces de dirección, definitivamente tengo que preguntarle como es que logra moverse en la oscuridad, siempre que tengo una duda él se encarga de borrarme los pensamientos a base de orgasmos y nunca he obtenido verdaderas respuestas de su parte.

PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora