Amún.
Dos meses desde que ella se fue, dos meses desde que la dejé inconsciente en el asiento del avión, dos meses en los que no he podido dormir sin que ella venga a mis sueños, susurrándome ese Te amo que tanto odié escuchar. Cierro los ojos y la veo, esa última mirada que me dieron sus ojos azul celeste anegados en lágrimas.
—No entiendo nada de lo que está pasando, yo no tengo la culpa mi amor.
Si la tiene, ella es la culpable que mi madre haya muerto y por eso la odio.
Camino por los pasillos de la casa, desde que ella se fue está mas silenciosa y oscura, antes me gustaba que fuera así, ahora no sé. Me siento en el banquillo y coloco las manos en las teclas, la única melodía que he podido tocar un par de veces desde que ella se fue es Claro de Luna, cada vez que lo hago puedo verla ahí sentada en el sofá observándome, recuerdo lo relajado que me sentí al tocar para ella, como nunca me había sentido en la vida.
Debo dejar de pensarla, necesito buscarme una nueva invitada para distraerme y sacarla de mis pensamientos, de reojo veo a fatati acerarse a mi, desde que Abtikari se fue ha estado en un modo empalagoso insoportable. Me levanto y me dispongo a salir, no tengo ganas de hablar con nadie, quiero estar sólo con mis pensamientos y tratar de ponerlos en orden.
—Hola grandote, te escuché tocar, me da gusto tenías días de no hacerlo. —De pronto me da un abrazo que se me antoja irritante.
—No he estado de buen humor y no me ayudas siguiéndome a todos lados. —La separo de mi y avanzo hacia la puerta.
—Aún no anochece del todo. —Corre hacia a mi y me detiene—. Te va a doler la cabeza si sales así, ponte las gafas.
—Hay poca luz, puedo llegar mi refugio sin problemas, cerraré los ojos si es necesario.
—Te acompaño, yo te guío. —Toma mi mano, cierro los ojos y salimos.
Tener la mano de Marceline en la mía no se siente como la de Abtikari, todas las veces que la tomé de la mano sentí esa corriente que me erizaba la piel, incluso la primera vez que la llevé al sótano. La primera vez que la vi en el Burdel con su largo cabello rubio, la piel tan blanca y esa mirada azul celeste, ni siquiera pude parpadear.
—Soy Cherry y estoy aquí para satisfacer tus fantasías. Cualquiera que sea tu fantasía yo te la puedo cumplir.
—No tengo ninguna fantasía.
—¿Entonces que deseas de mí?
—Tus lágrimas.
Las quería, pero no con fines sexuales como mi hermano. Quería verla llorar y sufrir como yo lo hice cuando mi madre murió, el plan siempre fue enamorarla y prometerle la libertad para después arrebatársela, que sintiera de alguna forma lo que es perder lo que mas amas.
El plan se llevó a cabo pese a mi instante de debilidad con ella pero no conseguí la satisfacción que creí que me daría verla destruida, ni siquiera me interesa ahora que ella descubra quien es su madre, ya no me importa hacerla sufrir.
—Gracias Marceline, ya puedes dejarme solo. —Señalo la puerta para que se vaya.
—¿Por qué Amún? ¿Por qué me rechazas?
—Quiero estar solo.
—¿Es por ella? Ya se fue, salió de nuestras vidas, yo estoy aquí, déjame demostrarte que puedo complacerte. —Extiende la mano y acaricia mi rostro, su toque no es como el de ella.
—No. —Retiro su mano de mi cara.
—¿Qué tiene Nath que no puedes dejar de pensarla? —Su nombre me acelera la respiración.
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PENUMBRA
Mystery / ThrillerTrilogía Oscuridad. Tomo 1 (Burdel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Ser una esclava sexual? ¿O enamorarte de alguien peligroso con un obscuro secreto que seguro te destrozará?