Un susurro en mi oído me despierta, la mirada felina y helada de Ömar se cierne sobre mi, está de pie inclinado sobre el borde de la cama con su rostro muy cerca del mío. Se endereza, toma mis manos entre las suyas y tira de ellas sentándome en la cama.
—Vamos a divertirnos aibtikari.
¿Es en serio?
¿Quiere llevarme de nuevo al sótano y torturarme otra vez?
—Ömar...—Quiero negarme ¿Puedo negarme?
Por supuesto que no estúpida, si esto es lo que necesita el árabe para convencerse que quedarse contigo debes complacerlo.
—Shhh cállate y camina.
Todavía no me recupero de las lesiones que me propició hace dos noches. Su mirada intensa me obliga a ponerme de pie. Descalza me lleva de la mano por los pasillos oscuros y desiertos de la casa, que ya empiezo a conocer.
Nos dirigimos en silencio a ese sitio al que he denominado el averno, porque ahí mi árabe se convierte en el mismísimo demonio.
Nos detenemos frente a la puerta de acero, el olor a desinfectante golpea mi nariz. ¿Por qué este lugar huele así? ¿Que tuvieron que limpiar con tanto ahínco para que el olor quedara impregnado?
Es obvio Nath... sangre.
El corazón se me acelera con ese pensamiento. No, no puede ser, estoy exagerando con mis explicaciones mentales. Seguramente se debe a que la falta de corrientes de aire y la nula entrada de luz natural obligan a limpiar este sitio a conciencia, de lo contrario la humedad haría de las suyas, como en la caverna.
Ömar enciende la luz que ilumina el centro de la estancia y me lleva hasta ahí. Miro hacia arriba, la barra metálica está un par metros por encima de mi cabeza, el árabe la hace descender hasta quedar aproximadamente a medio metro de mi.
—Levanta los brazos. —La firmeza de su orden me obliga a actuar de inmediato.
Las yemas de sus dedos rozan mis muslos, se deslizan hacia arriba llevándose entre ellos la tela del camisón, continúa su ascenso por mis costados a través de mi torso, la piel se me eriza con su sutil y peligroso toque, se que estas caricias me van a costar muy caras.
Termina por sacar el camisón por mis brazos y se dirige a mi cadera, la presiona fuerte provocándome un jadeo de excitación.
¿Cómo es que Ömar tiene este poder sobre mi?
Sé lo que va a pasar, va a torturarme y aún así no puedo evitar excitarme con su tacto, ni siquiera soy capaz de articular una palabra.
Baja las bragas por mis piernas hincándose ante mi, las saca por mis pies, se queda un segundo en esa posición, con su rostro frente a mi vientre, su aliento cálido lo percibo en mi abdomen y viaja hacia mi pubis, cierro los ojos, quisiera poder evitar lo que este hombre me hace sentir, pero simplemente no puedo.
—Me encanta tu piel blanca abtikari. —Eso me sorprende, él nunca me ha dicho que le gusta algo de mí—. El tono que toma cuando la agredo me fascina.
Supongo que eso debe ser un avance, al menos ahora se que no le soy tan indiferente como a veces me hace sentir. Su lengua se desliza por mi vientre plano y un jadeo involuntario escapa de mis labios.
Se pone de pie y desaparece en la penumbra, los ruidos que emite al moverse en la oscuridad son escalofriantes. Tengo la idea que debe haber estanterías con toda clase de objetos para tortura ahí.
¿Por qué no hay luz en esa área?
Los artefactos que guarda deben ser tan horripilantes como para no querer que los vea. Me pregunto con cuantas mujeres los ha usado, imaginármelo con otra en este sitio me aprieta las entrañas de ira.
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PENUMBRA
Mystery / ThrillerTrilogía Oscuridad. Tomo 1 (Burdel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Ser una esclava sexual? ¿O enamorarte de alguien peligroso con un obscuro secreto que seguro te destrozará?