Me lanzo por sus labios y caemos en la cama, todo mi cuerpo se resiente de dolor pero lo encamino hacia mi satisfacción tal como me enseñó él.
Me acaricia con cuidado de no dañarme más de lo que ya estoy, el lado de Ömar sosegado me intriga mas que el psicópata que no duda en lastimarme.
¿Por qué esconde esta parte de él? ¿Por qué se refugia tras la máscara de frialdad e indiferencia? Me pregunto por milésima vez como puede ser el mismo hombre, el frío e impasible, el tranquilo casi tierno, el demente dios del sexo y el dolor, el perturbado y torturado. ¿Cuántas personalidades tiene?
—Damiya... No sabes como te deseo, pero no quiero lastimarte —que me diga que no quiere lastimarme es hilarante solo con ver el estado de mi cuerpo.
—Tómame —musito besándolo—. Te necesito.
Si es cierto lo que Marceline me dijo me quedan solo dos días con él y no los voy a desperdiciar descansando, quiero tenerlo hasta el último segundo, pero quiero tenerlo aquí, en la suavidad de una cama, besándome como lo está haciendo de esa manera tranquila y profunda que solo me ha dado una vez, ya he tenido suficiente de la locura y oscuridad.
Su toque es apenas perceptible, la yema de sus dedos sobre mi piel me electrifica, me sumerge en un universo de sensaciones nuevas y de emociones abrumadoras.
Ömar nunca me ha tocado así de una manera tan sutil y sensual, hago lo mismo que él, recorro su cuerpo con delicadeza, venerándolo, dejando plasmada en mis caricias el amor que le tengo, no el deseo desbordado que me arrasa siempre, quiero que él sienta hasta en el último milímetro de su piel lo mucho que lo amo.
En este momento no soy Aibtikari ni Cherry ni una esclava, soy Nath, una mujer enamorada, su damiya.
—Ömar... —Me callo.
Quisiera gritárselo en la cara de alguna forma para que lo entienda pero me trago las palabras, prefiero demostrárselo.
Bajo por su cuerpo repartiendo besos en su torso firme, el recorrido de mi lengua le eriza la piel, desciendo más hasta llegar a la parte que mas me gusta de él.
Un ataque de besos mordelones sobre su pubis lo hace reír y a mí también, vuelvo a deslizar la lengua por el tatuaje de su pierna, ese que lamí en el Burdel, asciendo de nuevo para centrarme en lo que realmente quiero lamer.
Miro su rostro acomodada entre sus piernas, tiene una expresión extraña, entre embelesado y confundido.
—Nath... —susurra dejándome sin aliento.
Dilo mi amor, di que me amas.
Beso su pene con calma, mimándolo, acariciándolo con mi lengua y labios, lo introduzco en mi boca poco a poco hasta que toco su pubis y su vello me hace cosquillas en la nariz.
Mis movimientos son tranquilos, rítmicos, no con la vehemencia y agresividad con las que siempre lo hago, su mano acaricia mi cabeza pero no me empuja como en las otras veces, simplemente peina mi cabello mientras continúo adorando su miembro, cuando empieza a palpitar él me detiene.
—Bésame damiya —pide con anhelo.
Me toma de los brazos y me guía de nuevo a sus labios, su lengua y la mía juegan a rozarse, a provocarse, su mano se desliza entre mis piernas y me tocan de una manera que me arranca suspiros estremecedores, suaves vibraciones y toquecitos que me obligan a arquearme presa de los espasmos, cierro los ojos dejándome llevar por lo que mi precioso árabe me hace sentir.
—No —murmura—. Ábrelos, mírame a mi.
Fijo la vista en sus ojos marrones, tiene las pupilas dilatadas por la excitación, nuestros labios se tocan pero no se besan, el aspira mis jadeos, la sangre se concentra en mi sexo y lo beso cuando el orgasmo viene por mi para hacerme flotar entre nubes de éxtasis.

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PENUMBRA
Misterio / SuspensoTrilogía Oscuridad. Tomo 1 (Burdel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Ser una esclava sexual? ¿O enamorarte de alguien peligroso con un obscuro secreto que seguro te destrozará?