Capítulo 19

26 11 2
                                    

Bastian 16 años de edad. 

Bárbara 11 años de edad. 

Invierno del 2001...

Bianca tomó una pluma y un trozo de papel, contemplando que palabras poner en esta nueva carta. ¿Qué debe poner? «Al fin, Bastian me pregunto tu nombre» «Luego de años, volví a pronunciar tu nombre de nuevo» «Me duele saber que el nombre que salió de mis labios es ahora el nombre de un extraño»

—¿Por qué me sigo sujetando a tu recuerdo? —Se preguntó a sí misma en un susurro dándole vueltas al lápiz—. Yo te dejé atrás, se supone que iba a poder seguir adelante siendo feliz al saber que pudiste continuar con tu vida cumpliendo tus sueños —Se mordió los labios llorando—. ¿Voy a morir sin volver a ver tu rostro? —Apretó la hoja de papel en su mano—. No importa si me quedaba o no, estoy destinada a morir joven, pero no dejo de pensar en lo mucho que me gustaría morir en tus brazos, como en un cuento de amor trágico —sonrió con cierta desdicha—. Ah... Estoy hablándole a un papel —Alboroto su cabello y suspiro.

—Sí, le hablas a un papel. ¿Debería internarte si sigues así? —pregunto Luar hacienda ruido por primera vez desde que se posó en el marco de la puerta de la habitación de Bianca—. ¿Por cuánto tiempo vas a seguir haciéndolo? Es hora de que envíes las cartas, no crees.

—No, voy a mantener mi decisión hasta el final —replico Bianca mirando de soslayo a Luar—. Me ves como si fueses el fantasma de mi conciencia.

—Tengo el color de un fantasma —Luar se encogió de hombros enrollando uno de sus blanquecinos mechones en su dedo índice—. Mírame a los ojos y dime que no quieres mandar a la mierda tu decisión.

Bianca no se giró a verla, en cambio, fijo su mirada en la mesita de noche donde escribe y frunció el ceño.

—No se trata de lo que yo quiera, sino de lo que es correcto —aseguro mirando algunas de las letras sobre la carta.

—Escribiendo cartas que jamás vas a enviar, pero tampoco te deshaces de ellas, solo las guardas en ese baúl polvoriento. ¿Cuántas llevas? ¿Mil? ¿Dos mil? Joder, cuantas más necesitas —Luar se frotó los ojos con algo de impaciencia para intentar enfocar mejor ante tanta luz, su color extravagante viene con desventajas.

—Ya te lo había dicho, no empieces ahora. Laetitia me sigue contando cosas cuando me llama, él se volvió a casar. ¿Qué se supone que haga? Aparecer como la otra repentinamente con un hijo que se supone no tuve, tenme piedad —Bianca suspiro algo exasperada—. Además, tiene una hija de tres años.

—¿No piensas decirle nunca a Bastian que tiene una hermana? Simplemente, lo vas a seguir criando como si fuese un secreto nacional —Luar se cruzó de brazos en su lugar levantado un poco su pecho que se asoma del vestido ligero que lleva.

—¿Qué quieres que haga? —gruño Bianca mirando al fin a Luar a la cara.

—No te voy a decir cómo vivir tu vida, pero qué tal si apostamos —Luar sonrió mostrando sus blanquecinos dientes, enmarcado por unos carnosos labios rosados.

—Ya vas a empezar con tus juegos —bufa Bianca colocando en blanco los ojos.

—Si Bastian y Bárbara se casan, voy a buscar a su padre para que lo vea casándose y también le voy a dar todo ese mar de cartas que tienes guardadas.

—No puedes hacer eso sin mi permiso —espeto Bianca algo cabreada.

—¿Tu permiso? No lo voy a necesitar, no sabes cuando ellos se vayan a casar —Luar sonrió molesta también—. Si estás muerta de aquí allá, voy a hacer lo que me venga en gana.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora