Capítulo 14

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Bastian 13 años de edad... 

Bárbara 8 años de edad... 

Primavera de 1998...

Bastian tomó la mano de Bárbara con fuerza, ella lo arrastra por la calle frente a su edificio como peso muerto, está intentando llegar con todas sus fuerzas a la gran casa frente a ellos que abandonaron el año pasado. De todas formas, la casa a duras penas se mantiene en pie desde hace unos cinco años atrás, pero ahora está mucho peor. Con la primavera a flor, el pasto crece y rodea el lugar haciendo un pequeño mundo para explorar.

—Bárbara, te he dicho que no —gruño Bastian sujetando su mano sin soltarla—. No te voy a ayudar a pasar la valla de madera.

—Venga, vamos, eres más alto que yo. Solo quiero ver qué hay dentro —pidió Bárbara mirando la casa frente a ella—. Nada más, esta vez, sí... —alargo la oración haciendo un puchero, su cabello se sacudió por el viento y su piel negra brillo por el sol.

—No —volvió a negarse Bastian colocándose de puntillas para mirar hacia el patio de la casa por encima de la valla—. Es una jungla allí dentro —Sus ojos oscuros se entrecerraron analizando el rostro de Bárbara que no deja de hacer pucheros—. Solamente si voy contigo.

—¡Sí! —chillo Bárbara emocionada levantando los brazos en dirección a Bastian para que la cargue.

—No, no puedo pasarte por encima, ya estás muy grande y no tengo tanta fuerza, pero date la vuelta —pidió Bastian mirando a todos lados en la calle para asegurarse de que nadie va pasando—. Si ves a alguien en las ventanas del edificio me avisas —informo ya que las vecinas siempre están buscando un chisme y lo último que necesita es que su madre le regañe.

Bárbara asintió. Bastian se secó el sudor del cuello, porque hace un poco de calor y su piel blanca está tostándose por el sol. Se acercó a uno de los tablones ya viejos de la valla blanca de madera y lo pateo con fuerza, con la primera patada no cedió, así que decidió hacerlo de nuevo. Unas cuatro patadas más y al fin los clavos saltaron dejando un espacio libre, por suerte el tablón es lo suficientemente ancho para que ambos pasen.

—Listo —comento Bastian empujando un poco el tablón y rodándolo hacia un lado, por suerte rompió uno que no da hacia la calle, sino a un costado de la casa, de ese modo no se va a notar tanto.

—¡Vamos! —exclamo Bárbara pasando con facilidad entre los tablones.

Bastian tuvo que ponerse de perfil para poder pasar entre ellos y aun de esa forma le costó un poco, suspiro para sí mismo, esperando que ninguna astilla se quede en él.

—No corras, hay demasiado pasto y puedes caerte —ordeno Bastian mirando como rebota la coleta de Bárbara, que parece una nube.

—Está bien —Bárbara se encogió de hombros, curiosa por lo que pueda encontrar, sus pantaloncillos amarillos y camisa blanca, ya tienen algunas manchas de suciedad.

—La tía Luar me va a matar —murmuro Bastian observando la ropa de Bárbara, apenas y se la está estrenando, al igual que los zapatos blancos que lleva.

Ambos empezaron a explorar el patio, hay muchas cosas abandonadas, pero todo está oxidado, es un asco. La casa con planta baja y un piso arriba tiene la pintura cayéndose como concha de mandarina, las ventanas están cubiertas de polvo y la piscina detrás de esta está llena de moho verde.

—Si te lanzas allí, seguro te haces radioactivo —comento Bastian agachándose para recoger una piedra y lanzarla al charco verdoso.

—Ugh... Qué asco —dijo Bárbara al ver como el agua debajo de la capa verde está oscura.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora