Capítulo 25

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Bastian, 17 años de edad. 

Bárbara, 12 años de edad. 

Verano del 2002...

—¿Qué voy a hacer? —cuestiono Bianca observando a Luar en búsqueda de una respuesta—. Lo arruiné.

Ambas están en la sala del apartamento de Bianca, Bastian y Bárbara no están en casa. Bianca está sentada en el mueble cerca de la salida al balcón y Luar la mira desde su lugar en medio de la sala, ya que no ha querido sentarse a su lado. Pasando su peso de una pierna a otra mientras sus pupilas se mueven intensamente por el albinismo y su cabello blanco encrespado al fin está como era originalmente luego de mucho tiempo.

—No entiendo por qué te retuerces aquí de forma tan miserable —comento Luar frotando su entrecejo para liberar tensión.

—¡Iba a hacerlo feliz! ¡Yo!... ¡Yo dejé todo para poder criarlo como un niño feliz! —exclamo con frustración Bianca al borde de las lágrimas, moviendo de un lado a otro una pequeña agenda que Bastian usa como diario—. Puedo escucharlo llorar encerrado en su cuarto, lo veo sentarse en el balcón mirando al vacío como si se marchitara lentamente al sol y luego me sonríe como si nada le pasara. ¿Lo arruiné todo porque era muy joven cuando lo tuve? ¿Es eso? ¿No tengo suficiente experiencia para criarlo bien? Él, desde que es un niño, siempre intenta actuar maduro, es mi culpa...

Apretó el diario en sus manos, derramando lágrimas sobre las páginas, mientras lo lee.

—Bianca... No es tu culpa, haces todo lo que puedes por hacerlo feliz, no puedes cubrirlo del mundo. No es un pájaro que puedas encerrar en una jaula de cristal, para evitar que el mundo lo alcance —opino Luar sentándose al fin a un lado de ella para acariciar su espalda y calmarla.

—Luego de que todo eso pasara en el instituto, él apenas salió de su cuarto el día de su cumpleaños —Bianca frunció los labios en una mueca—. Apenas y toca la comida, sus amigos vinieron a visitarlo después, sin embargo, él no quiso salir. Y Aarón... Aarón también está pasando un mal rato, no podría animarlo. Ahora tenemos que cambiarlos otra vez de institución ¿Cuándo podrán estar tranquilos? ¿Qué tengo que hacer para que las cosas me salgan bien?

—Si hay alguien en esta casa que es capaz de tomar buenas decisiones, esa eres tú —aseguro Luar abrazando a Bianca—. Pero a veces no hay nada que puedas hacer.

—Necesito hacer algo, no quiero que tenga que pasar por el escrutinio de la gente de nuevo como cuando expulsaron a los que le molestaban. Esta vez la situación es retorcida, ellos estaban en un lugar donde no debieron estar, Bastian apenas y recuerda algo y hay fotos por doquier que mencionan cosas estúpidas y luego esto —comento Bianca con cierta frustración mostrándole el diario con las confesiones y preocupaciones de Bastian.

—Necesitas respirar y calmarte, puedo escuchar los latidos de tu corazón —afirmo Luar alejándose un poco de Bianca.

—Lo intentaré —dijo Bianca sin poder dejar de prestarle atención al diario.

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—Bárbara, hoy van a venir los amigos de Bastian, Dionne también, dijeron que quieren animarlo porque en su cumpleaños no quiso salir ¿Vale? —informo Luar mirando a su hija con ternura.

Bárbara se encogió en su sitio, acurrucándose en el mueble de su sala mientras come pudin, frituras y gomitas, algo triste, confundida aún por todo lo que sucedió en el instituto. Ella miró su reflejo en la cuchara en su mano, definitivamente no es fea, pero no tiene el mismo cuerpo de la chica en la foto. Sus mejillas son redondas y sus ojos grises aún tienen ese aspecto infantil, sus labios son gruesos, sin embargo, sus pechos aún están planos y su cintura es casi imperceptible. Su nariz es respingada y definida, pero le da apariencia de gato y siente que eso la hace ver aún más infantil. Y aunque sus piernas sean carnosas, al igual que su trasero, se siente insegura por su pequeña estatura, aún le falta mucho por crecer, pero si pudiese apurarse un poco más... Tal vez Bastian la observaría como una chica madura y no como alguien con quien divertirse solo con juegos de mesa o leyéndole.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora