Epílogo

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Bastian, 33 años de edad. 

Invierno de 2018.

La B es de la buena suerte, muchacho —comento un hombre, un tanto canoso, de ojos oscuros y aspecto juguetón.

Bastian se quedó impasible, sin entender ni una sola sílaba de lo que menciono Beaufort, su tío, quien le sonríe. En realidad, todos le hablan y sonríen, pero él ni por asomo capta algo de lo que le dicen. 

—La B es de la buena suerte, muchacho —repitió su padre, palmeando su espalda—. Benoit siempre lo repetía. 

¿Benoit? Su abuelo ¿No? Bastian se quedó atontado, cuando decidió seguir a su padre a Francia, para conocer al resto de la familia, no se esperó nunca un recibimiento tan exuberante, en todos los sentidos, la mansión, el avión privado, lo sobrepasan. Si se lo esperaba, Luar se lo advirtió, las pertenencias de su madre se lo anunciaron y sus cartas se lo recalcaron, pero tenían que estar jodiendo. No eran ricos, eran millonarios, pudientes, con clase, sofisticado, era todo lo que se le podía cruzar en la mente y es que no era de menos. Vivir en Niza, en hogares de lujo, tiene que ser carísimo y cada uno de ellos tiene su propia mansión, aparte de la familiar, en la cual están reunidos. 

Laetitia se acercó a Bastian y este dio un paso atrás, no tiene nada en contra de su tía, bueno, de la tía, de su madre, es solo que el parecido entre ambas, hace que su corazón se estruje. 

¡Este muchacho es la pintura en vida de su padre, Bianca me engaño, me dijo que se esforzó en hacerlo; pero dejo morir su apariencia! —Laetitia se hizo la ofendida, tomo una de las manos de Bastian y dijo—. Gracias a dios tienes la sonrisa de ella —Esta frase la dijo en un español pastoso y de acento gracioso.

Bastian sonrió, recordó un poco como su madre en momento de frustración, cuando él aún era un pequeño, dejaba salir ese acento cómico de sus labios, que hacían de sus palabras un dulce trabalenguas. 

¿Si estás haciendo tu trabajo de traductor? —cuestiono otro hombre, un poco más joven y de cabello castaño, con el ceño fruncido—. Bianca se fue y dejo a una cría, al menos debería de haberlo traído antes si sabía que iba a morir. 

Bevis, deja de molestar a Alain y de enojarte con tu hermana; sé que estás resentido porque ella sí tuvo los huevos de escaparse de mamá, pero no es su culpa que seas tan idiota. Además, era una niña, no podía llevarte con ella, aunque lloraras una maldita semana hasta secarte —Beaufort molesto a su hermano.

Ja... Hablo el sapo que solo sabe esperar princesas que lo recaten, le saquen todo su dinero y lo abandonen —Bevis le miro de soslayo con desdén—. Eres igual de patético. Tú también lloraste por ella a pesar de ser mayor. 

Enano simplón —Baufort chirrío los dientes. 

¡Dejen de dar pena ajena frente a su sobrino! —exclamo Alain—. Por los dioses, qué infantiles son. 

Bastian está tieso en su lugar, con la sensación de que si mueve un solo pie, explotará una bomba nuclear, tal vez si fue mala idea haber venido solo. No debió haberle hecho caso a Bárbara de que era mejor para él descubrir sus raíces solo.

Laetitia miro de reojo a Bastian, que está confundido viendo como ahora a la disfunción se unió su padre, y empezó a repartir insultos de igual forma a Beaufort y Bevis. Suspiro para sus adentros, pensando en lo infantiles que son, todos están emocionados por la presencia de Bastian, después de todo, es el único sobrino de la familia, ninguno de ellos ha tenido hijos, y a estas alturas, probablemente no los tengan. El miedo a heredarles la enfermedad de Brugada les gana a todos y acabaron célibes. Bueno, al menos ella no a probado bocado de una polla, por aburrimiento, la gente no le atrae y siempre ha gozado de simplemente ser ella misma, ha tenido una que otra amistad, pero a veces le pareció buena idea volverse monja para ahorrarse discusiones sobre su apetito sexual. Bevis es similar, solo que él se vuelve humano solo al enamorarse profundamente, es entonces que encuentra sus instintos primitivos de saborear a sus parejas, y Bevis. Bueno Bevis es un caso perdido, no hay falda en la ciudad que no le hayan levantado y probablemente algún pantalón bajo solo para mostrarle un poco de placer carnal, el tipo es un romeo; pero al menos es cuidadoso con dejar descendencia. 

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora