Capítulo 21

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Bastian 16 años de edad. 

Bárbara 12 años de edad. 

Invierno del 2002...

—Si mi mamá se entera de que estamos aquí... —susurro Raúl en la entrada del club Olíbano.

—Ni las chicas se quejan tanto, eres un paranoico. Nuestros padres nunca lo van a saber —aseguro Gabriel mirando con seriedad a su amigo.

Natalia observó de reojo a Bastian y le dio un codazo para que dijese algo.

—Joder, porque cojones me pegas tan fuerte —Se quejó Bastian sobándose las costillas—. Yo no voy a decir nada, ni siquiera fui yo quien sugirió venir, simplemente dije: «Tengamos una noche de juegos». Y de repente todos empezaron a hablar sobre el club.

—Es que todo fue idea de Sebastián —aseguro Abril viéndolo con seriedad mientras la fila para entrar avanza.

—Mira, ya estamos aquí, si tienes algún problema, quéjate con Aarón —pidió Sebastián mirando a Aarón quien se encuentra detrás de todos—. Él es el vocero del grupo.

—A no, a mí ni me metan en su discusión, yo solo vine para asegurarme de que no hagan una estupidez —Se encogió de hombros—. Y si mis padres se enteran, estoy muerto.

—Ni que lo digas —murmuro Bastian mirando las luces neón de los carteles a los lados de la puerta.

—Vamos a quedar como estúpidos, creen que porque nos vestimos como prostitutas y gigolós nos vamos a mezclar con facilidad —comento Raúl quejándose mientras señala sus ropas.

—A quien mierda crees que le dices prostituta, soplapollas —Se quejó Abril mirándolo como si quisiese arrancarle el cuello—. Espero que te den polla culichato, hoy es el día en que haré que te pierdas y no vuelvas.

Raúl se avergonzó y sus mejillas se colorearon, se dio una mirada a la retaguardia, no está tan plano como Abril quiere hacerle pensar. Natalia se rio por lo bajo al ver su reacción.

—Dejen de joder, saben que mi primo es el dueño del club y que conozco al portero, nos van a dejar pasar, aunque tenemos algunas condiciones. Por ejemplo, no llamar la atención, ni embriagarnos o si no me va a matar —aseguro Gabriel—. Vinimos aquí para celebrar que cumplí dieciocho.

—No tenemos la culpa de que seas el viejo del grupo —Se encogió de hombros Aarón.

—Ah... Dejen de tocar las pelotas —gruño Sebastián—. Vinimos a divertirnos.

—O a ser castigados tres meses si nuestros padres se enteran —Se encogió de hombros Bastian.

Gabriel suspiró, sin saber en qué momento esto le pareció una buena idea.

Raúl está tan nervioso que tiembla muñeco cabezón, ninguno de ellos deja la ansiedad.

Como si por salir una noche a un club sin que sus padres se enteren se les fuese a caer el mundo encima, Gabriel se detuvo en la puerta cuando al fin llegaron y observo al portero con una media sonrisa. El hombre ya mayor suspiro y abrió la puerta para dejarlo pasar a él y a sus compañeros.

—Tío, esto si que mola —Aarón dio un silbido al ver que por dentro el club tiene una gran pista de baile, y unas escaleras que conducen al piso superior desde el cual se puede observar todo.

El lugar retumba con la música y las voces que intentan elevarse por encima de esta, con un olor entre mezclado de dulces y amargos, e incluso hay una gran cantidad de incienso en las paredes que aturde un poco el sentido del olfato al mezclarse con los demás aromas.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora