Capítulo 49

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Bastian, 32 años de edad. 

Bárbara, 27 años de edad. 

2017.

—¿Amelia? —Bastian se quedó observando a la rubia de abundantes risos.

Ella le miró unos segundos pasmada ante su presencia y decidió dar marcha atrás, antes de huir como una novia que escapa de un matrimonio arreglado.

—¿La conoces? —pregunto Carter mirándolo de soslayo.

Bastian se quedó en silencio, sin saber cómo explicarlo. De alguna forma sus sentimientos hacia ella ya no son de rencor o hastío, ahora siente que puede entender un poco mejor la forma en la que actúa. Aunque le costó muchos días y horas de pensarlo. Y la forma más rápida para el de entender la situación, fue compararse con ella. Claro, ella es adicta al silencio. Si calla, no tiene por qué sentir el dolor de las respuestas de los demás. Adicta, así como él, a las sustancias. Para no sentir dolor, cualquier ruta de escape es válida. Es lamentable tener que tener una adicción para no sufrir.

—Es amiga de la nieta de Anne. No traté mucho con ella, pero en el hospital casi todos la conocen —suspiro antes de decir de forma dramática—. Qué pequeño es el mundo —sonrió.

—No puedo... Creer que sé... Sé haya ido justo después de que su... Su perro tumbará mi desayuno —Se quejó enfurruñado Carter al tartamudear.

—Es lamentable —Bastian sonrió de forma burlona.

Carter se tambaleó un poco con la muleta y le dio una mala mirada, si tan solo pudiese mantener el equilibrio lo suficiente para asestarle un golpe con la muleta, sentiría un poco de consuelo por la situación.

—Vale, supongo que se terminó la salida —Bastian se quedó mirando a su compañero.

Carter sujeto la muleta con fuerza, estar amputado de dos extremidades le complica casi todas las tareas, por no decir que todas. Pero al menos pudo escapar del sentimiento de claustrofobia que le causa el hospital.

—Camina derecho, hay que irnos —comento Bastian sacándolo de sus pensamientos.

—No... No te hagas el gracioso —Carter rodó los ojos.

—Venga, vamos, tiene sentido que camines derecho. De todas formas, te hace falta el lado izquierdo —Bastian sonrió de medio lado.

—Ajá —suspiro.

Carter se quedó viendo a Bastian, sabe que sus «chistes» que no dan gracia, no tienen una intención oculta. Solo es él, intentando sacarlo de sus pensamientos siempre y lo sabe, porque Bastian siempre concluye sus chistes con una explicación. Una explicación que es más que un chiste, una realidad.

Bastian pasó uno de sus brazos por el cuello de Carter, acercándolo a él.

—¿Qué piensas? —pregunto Bastian preocupado ante su silencio—. ¿Te sientes mal?

—No —Carter negó con su cabeza—. Solo... Solo es hambre.

Bastian sonrió, coloco una de sus manos sobre la cabeza de Carter y sacudió su cabello.

—Regresemos al hospital.

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Bastian dejó su bolso sobre el mesón de la sala y se sacó los zapatos pisando sus talones. Se estiró cruzando las manos en lo alto de su cabeza, luego relajo su cuerpo y camino hacia la cocina.

—Bárbara, llegué —aseguro levantando la voz un poco, haciendo rebotar el sonido por el pasillo.

—Lo sé —respondió Bárbara.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora