Capítulo 39

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Bastian, 26 años de edad. 

Bárbara, 21 años de edad. 

Invierno/Primavera de 2010...

Bastian empuja la silla de ruedas donde va Bárbara, mientras ella balbucea unas cuantas maldiciones al aire. Hoy le acaban de dar de alta, puede ir a casa y seguir con su rehabilitación en su ciudad.

—No tienes que ir conmigo, si no quieres, puedes hacer tu rehabilitación en cualquier otro lugar —comento Bastian caminando hacia su auto.

—No... No... Esta... De puta... Madre... —Se mordió la lengua y gruño.

Ya que su madre fue quien tuvo la maravillosa idea de cumplir con la rehabilitación en el lugar donde trabaja Bastian, a fin de cuentas, les sale más barato hacerlo así. Pero tienen que estar jodiendo, ni siquiera se llevan bien desde hace rato, pero venga, la mejor forma de reconciliarse es rehabilitación. Ella suspiró en sus pensamientos, que les den.

—Tu mamá y Felipe ahora están acomodándose recién en Madrid, les saldría bastante costoso rehabilitarte correctamente, yo puedo correr con los gastos médicos mientras trabajo —Bastian escucho a Bárbara bufar—. Míralo de esta manera, lo hago porque quiero, no me debes nada por yo hacerlo.

—Lo sé —confirmo Bárbara desviando la mirada y sorprendiéndose un poco al sentir la mano de Bastian debajo de sus piernas y detrás de su espalda.

Bastian se quedó estático un segundo al sentir su sobresalto.

—¿No me viste agacharme? ¿Te asusté? —pregunto Bastian con preocupación—. Voy a ayudarte a entrar al carro.

Bárbara se quedó en silencio por un rato.

—Es... Di... Difícil... Verte... Con... Con tanta... Luz —aseguro ya que la luz del día molesta en sus ojos albinos.

—Está bien, aún no está del todo curada tu vista. Seguro pronto estarás mejor.

—Sí —suspiro Bárbara levantando sus brazos para rodear el cuello de Bastian y dejar que la cargue, dio un quejido por el dolor y se relajó al quedar en el asiento.

—Antes de salir del apartamento te puse algunas almohadas para que viajes cómoda —Bastian sonrió, pero Bárbara no lo vio.

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Bárbara camina por el apartamento de Bastian con cuidado, usando su mano como guía mientras toca la pared, dio un quejido al sentir algo de dolor en la parte baja de su espalda. La rehabilitación ha ido sobre la marcha, Bastian empezó a interesarse por la terapia de lenguaje mientras la escuchaba recibir terapia, así que decidió continuar con sus estudios los fines de semana agregando a sus conocimientos la terapia lingüística.

—¡Ah! —Cayó al suelo al tropezarse con una caja—. ¡Bastian! ¡Te dije que no dejaras nada en el suelo! ¡Maldita sea! ¡Organízate!

Bastian llegó corriendo desde la cocina al escucharla maldecir, ella se está sobando las rodillas, él la tocó suavemente desde la espalda hasta coger uno de sus brazos para ayudar a levantarla. Ella se alejó de él casi de inmediato.

—Estoy bien —gruño ella, ya hablando con normalidad otra vez.

—No estás viendo mejor, mira cómo vas, tienes que tocar las paredes para poder caminar —comento Bastian encarándola.

Bárbara desvió la mirada, no puede fijar su mirada en él, pero si puede sentir como él la ve fijamente.

—Mira —Ella levantó su mano hacia su rostro y por unos cuantos centímetros, fallo—. Joder —murmuro, volviendo a mover la mano, esta vez dando en el blanco—. Ves, sé dónde está tu rostro.

Las hadas nos odian │ST 2│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora