Capitulo -1

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Se echaba la culpa, fue por un impulso suyo, que ella termino así. Si la hubiera escuchado, pero prefirió hacer oídos sordos a ella, y dejarse guiar por su deber. Claro, debía pensar primero en lo mejor para el multiverso pero..... ¿De que le sirvió? Al fin y al cabo, 6 universos terminaron destruidos ese día. Ella se lo advirtió, pero simplemente no lo quiso creer, prefirió hacerse la idea, que ese sentimiento no pudo haber nacido en uno de sus hijos, pero fue verdad, cosa que lo llevo a aplicar aquel sello en todos y cada uno de los angeles. Aquel al que llamaban la maldición de la neutralidad.

- Sabía que usted iba a estar aquí, padre - escucho detrás, haciéndolo despegar de sus pensamientos.

Eran tres de sus hijos, quienes venían a ver a aquella mujer que junto a su padre, les dieron vida. Era incómodo estar allí todos, pues nunca hablaban del tema, aquel que les mataba el alma cada mileño. No dijo ni una sola palabra cuando los vio, en cambio el silencio abrumador retumbaba en el lugar, haciendo ecos de melancolía que llegaban a oídos de la tristeza eterna. Sus lilas ojos parcialmente un poco apagados, sus hijos nunca lo habían visto así, quería ocultarlo, pero no los sintió llegar, así que fue inevitable ocultar aquella mirada apagada, triste y nublada de toda razón.

Cus, Whis y Korn eran quienes estaban en ese lugar, eran los que le guardaban especial afecto a  aquella mujer a la que alguna vez llamaron madre. No significaba que los otros hermanos no la quisieran, solo que no podían estar en ese momento, talvez después irían, solo que no les gustaba toparse con los otros, pues era incómodo mostrar emociones delante de otro ángel, aún más después de esa regla de neutralidad.

- No esperaba verlos - dijo después de un rato, en un tono muy delicado, como si no quisiera que la voz se fuera a romper. Aunque no estaba al borde de ningúna emoción fuerte, ni intenciones tenía de mostrarlas.

Sus hijos no sabían que decir, se habían topado de casualidad ese día, el aire reclamaba dejar la tensión, pero ¿Que decir? Después de todo, era ella especial para todos los allí presentes.

Cus, la mayor de su prole, la primera hija que nació de esa Unión. Fue la osada de hacercarse a ella, parada junto a su padre, y ver a aquel rostro que alguna vez era adornado con sus sonrisas amables, también fue el primer rostro que vió en su vida, que pesar que nunca más tendría vida de nuevo. Su vista inmediatamente fue dirigida hacia esa esfera de cristal que tenía en sus manos. La miro con extrañeza, siempre le causó curiosidad ese objeto en manos de su madre.

- Siempre me he preguntado que es eso - dijo a nadie en especial.

- La misma pregunta me he formulado siempre - dijo aquel ángel de nombre Korn.

- Tienen razón, nuestra madre que yo recuerde siempre ha portado esa esfera de cristal, en manos desde su deceso - musito el ángel Whis.

- La traía en manos cuando murió, nunca supe que era - les respondió su padre, para aclarar un poco sus dudas, pero no por completo, pues él tampoco sabía que era.

Cus se inclinó un poco hacia adelante para ver de cerca a ese objeto, pero por más que lo analizaba, no encontraba respuesta de su origen. Daishinkan también le causó un poco de curiosidad aquella esfera que portaba en sus manos, se tomó el atrevimiento de tomarla por un instante. Nunca le había prestado especial atención a esa esfera de cristal, la alzó frente a sus ojos, y la otra mano se la llevó al mentón, analizando el asunto.

- Tiene energía - comentó para si mismo - es extraño - nuevamente para su persona.

- ¿Sabe lo que es? Gran Sacerdote - pregunto su hija mayor, ninguno de ellos se refería a él como padre estando delante de otros, solo cuando estaban en soledad con él. No es que él se los pidiera, solo que era una forma más de respeto, entre esa estricta raza.

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