Capitulo -15

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Hijo pequeño que del cobijo de su madre fue arrebatado tan joven, le faltó todo lo que sus hermanos tuvieron, y lo encerraron en su Interior, con un absurdo sello. Era solo un niño angel, de apariencia de 10 años, solo que con millones más. Esa edad rondaba, cuando le dieron tal noticia, en conjunto a la muerte de sus hermanos, 7 muertes sufrió de pronto, cuando pensaba que los angeles eran eternos, nunca espero tal golpe y no poder desahogarse. ¡Era un niño! ¡Que crueldad! ¿Cómo pudo ser? No entendía nada en su entorno, solo recordaba cómo sus hermanos comentaban uno que otro detalle, pero no le decían todo, pues ellos se reservaban sus dolores también.

Estaba ese día haciendo ronda por el perímetro junto a Jaco, todo en orden por ese sector de la galaxia, cuando su compañero propuso ir donde Bulma pues le había invitado a un evento, uno más de las celebraciones sin razón de la mujer. Algo sencillo pero que lo incluyo a él. Merus accedió a asistir en calidad de acompañante de Jaco, sin saber lo que allí se encontraría.

Bajo de la nave de un salto que fue más como un levitar, su mirada se paseo por los presentes, muchos humanos, con una mano podía contar a los que conocía, incluso con menos que éso. Jaco parecía conocer a muchos de los allí presentes, él solo se desvió hacia un Ki que conocía bien. Estaban todos en esa enorme terraza, la cual era el más frecuentado recibidor de los invitados y visitantes de los dueños de la Corporación Cápsula. Se dirigió hacía su hermano mayor, sin dejar de lado su pasado como ángel, solo por cortesía.

- ¡Oh! ¡Merus! No pensaba verte por aquí - exclamó Whis al verlo hacercarse en su uniforme de patrullero galáctico.

- Merus rio grácil ante eso, y con una mano trás la nuca lo saludo - Es un gusto también, hermano mayor. Mejor dicho, señor Whis - dijo tras asimilar que ya no tenía lazo como ángel con él, solo como conocido. Talvez compartieron vientre, pero tras lo ocurrido ya Merus no era considerado uno de los suyos completamente.

La mirada de Merus de pronto se desvió a los lados, a él patio de la Corporación para ser exactos. Vio una silueta conocida, de su etapa infante salió ese recuerdo. No había notado su Ki, talvez por qué se había acostumbrado a su ausencia. Estaba de espaldas, solo le veía sus largos cabellos, pero era ella, la reconoció. Su mirada se agrando con sorpresa, lentamente volteo hacia Whis, su mirada parecía estar confundida y a la vez suplicando un ¿Que pasa? ¿Cómo? ¿De verdad es ella? Todo en una simple mirada color lila.

- Si lo es - afirmó Whis incluso antes de que el formulara las preguntas, como si se hubiera adelantado a sus palabras.

Merus sonrió grácil y cálido, miro de nuevo hacia allí, ladeó la cabeza y la miro con melancolía.

- Has de saber, Merus - le llamo la atención, ganándose que el voltee a verlo - Madre no recuerda nada que la ligue a él Gran Sacerdote. Lo que significa que ni a ti ni a mí, a ningún en general, no recuerda ni siquiera que es esposa de nuestro padre, ni que es madre - le explicó, mientras Merus lo escucho atento.

Le explicó cómo sucedieron los eventos, y como reaccionó ella al recobrar su vida. Merus escuchaba como este le explicaba la condición de su madre, y cada vez solo se entristecía su mirada ante éso, claro una tristeza discreta. Él era como ella, él era imperfecto por así decirlo. Compartían ambos aquello que se llama sentir como un mortal, claro no dejo notar sus defectos, o no logro desarrollarlos, sino hasta hace muy poco.

- ¿Podría acercarme? - Pregunto con esperanzas se escuchar su voz de nuevo, para por lo menos tener eso de ella.

- Claro, adelante. Solo te pido prudencia - le pidió refiriéndose a las palabras que pudiera emplear erróneamente causando una conmoción en ella.

Merus solo le respondió con una media sonrisa de gustó y de gracias por lo que su hermano mayor le concedió. Hana estaba sola, prefirió alejarse de él bullicio de esa celebración. Era de noche, estaba debajo de una farola que la alumbraba, mientras ella estaba sentada sobre la verde hierba. Con su baculo observaba nada malo para ella, cuando esté se hacerca levitando por detrás, aterrizando a unos tres metros de distancia detrás de ella. Hana volteo a ver quién era, encontrandose con Merus, quien la veía con curiosidad y dudoso de hacercarse a ella. Hana solo le sonrió por cortesía, lo que le dió la confianza a Merus de avanzar.

En el templo Zen,  se encontraban ambos angeles originales, en busca de algo que Daishinkan quería mostrarle a Adriel.

Una esfera color azul celeste que brillaba con un poco de intensidad, saco Daishinkan de un lugar donde guardaban reliquias universales. La tenía guardada con recelo y resguardo, en una caja de cristal en lo más recóndito de ese lugar. La saco con cuidado, levitando sobre su mano con suavidad.  Adriel miraba como eso que Daishinkan le mostraba palpitaba suavemente sobre su mano, desprendiendo un sutil y tenue brillo azulado.

- Tiene derecho a vivir - le comento Daishinkan viendo serenamente a esa esfera. La veía con ojos tiernos y calmados a la vez.

Adriel frunció un poco el entrecejo ante enterarse de eso. Sabía lo que esa esfera era, pero lo que le causaba incomodidad era que nunca se le informo tal cosa.

- No me dijo que Lady Hana esperaba otro miembro de su prole - le reclamo Adriel con una ceja levantada a Daishinkan.

- Serías informado - le aclaro Daishinkan - verás, en ese entonces teníamos dilemas con la prole - le explicó.

Esa esfera de luz, o mejor dicho, el hijo nonato de esa pareja celestial, era del tamaño de una pelota de pin pon alrededor. Era demaciado pequeño, un cigoto podría decirse. Para un humano ese embrión tendría un mes, pero para ellos más que eso. Solo era luz, pues no tuvo oportunidad de formarse, así que permanecia en pausa prolongada desde que su progenitora no pudo concederle el crecimiento que debía. Cuando Hana murió, Daishinkan logro despojarlo de ella, pues noto que él si permanecia con vida. Nadie además que ellos dos lo sabían, no era momento para prestarle atención a ese detalle que se podía desplazar para otro momento más acto.

- No sería adecuado ¿Cómo reaccionaria ella viendo que con el pasar del tiempo, su vientre crece sin explicación, y de pronto un hijo? - le pregunto Adriel, pues no entendía que pretendía Daishinkan.

- Si ella recupera la mayoría de sus recuerdos, o por lo menos la parte significativa, podría darle el derecho de nacer - dijo mientras guardaba de nuevo a ese cigoto angelical.

- Tenga cuidado, no sugiero algo así en estos momentos - le advirtió.

Daishinkan no tenía pensado devolver a ese cigoto de nuevo al vientre de Hana por ahora, pues solo estaba asimilando que ese hijo suyo podía tomar lo que por derecho necesitaba. El derecho de desarrollarse en angel, el derecho a tomar energía de su madre, y el derecho de nacer, eso requería. Daishinkan no lo había decidido, solo lo asimilaba a un futuro, pues tenía presente que eso podría ser malo para Hana en esos momentos. Todos sus hijos eran muy preciados para él, a todos les guardaba especial afecto, a todos por igual, y bien sabía que ese pequeño también tenía derecho a exigir su vida en un vientre, en el de su legítima madre. Estaba estático, pues ya no pertenecía al interior y la energía de Daishinkan, y tampoco a el cobijo acogedor de el vientre y la energía de su madre. Así que solo era una pausa perpetua en su corta existencia.

- Hola, joven - le dijo a el ex-angel que se aproximaba.

- Hola.... - le respondió él también, con una leve sonrisa.

- Que hermosa es la noche en este planeta ¿No lo cree, joven.......? - Pregunto rebuscando su nombre en esa conversación.

- Merus, señorita Hana - le respondió aclarando la duda sobre su nombre - Está en lo correcto, es muy hermosa la noche aquí, aunque hay un basto universo - le comento luego, dándole más que la razón a su madre.

Lo que daría por decirle madre de nuevo, de contarle todas sus aventuras desde que es patrullero, de todo lo que ha vivido desde que su padre le otorgó generosamente ser mortal, pero.... No podía, simplemente no lo iba a entender como quisiera. Sabían que su madre era comprensiva con todos, por más que fuera cualquier cosa. Él era libre, eso no lo podía negar, pero ella no, aunque era igual que él, nunca iba a poder ser libre, pues además estaba atada a su padre.

- ¿Cómo sabés mi nombre? - le pregunto curiosa, no recordaba hacérselo dicho.

- Los de ese convite me lo dijeron, los escuché comentar - le respondió con una sonrisa, mientras apuntaba con la mirada hacia los invitados de Bulma. No era nada ese dato, era fácil de crear esa excusa que Merus le dió, pues Whis le dijo que la llamara por su nombre.






Continuara................

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