Capitulo -12

693 89 11
                                    

Adriel se adentro en el lugar donde él cuerpo de Hana, descansaba anteriormente. Fue directamente a los cristales rotos, los cuales estaban esparcidos por el suelo del lugar, se agachó para tomar uno, y lo miro analizando que era. No tenía ni idea de cómo esa esfera, pudo contener a Hana, ni la manera en como paso eso. En los recuerdos de ella, logro ver uno en particular, el cuál fue autor de su asombro. Una figura oscura, la cuál fue inteligente en nublar su apariencia en la mente de Hana, pues sabia que si él, revisaba los recuerdos, vería quien era. Además de que nublo la mayoría de sus recuerdos, no quería nublarle toda la memoria, pero sin querer lo hizo, haciendo que todo lo que era, terminara olvidado, pero aún así, estaba muy dentro de ella, solo se ocultaron.

Se llevó un fragmento de cristal, y se fue hacia afuera de ese lugar. Tenía el cristal en la mano derecha, justo a la altura de su vista, para poder observarlo mejor, mientras su otra mano permanecia detrás de su espalda.

- ¿Cuánto tiempo sin verte? Leiko - le dijo a la presencia que sintió llegar, sin bajar el cristal ni dejar sus asuntos de lado.

- Mi señor, es un gusto recibirlo por aquí de nuevo - dijo caminando hasta posicionarse delante de Adriel.

- Diría que es un gusto estar aquí de nuevo desde hace tanto tiempo, pero las circunstancias que me traen, no son nada favorables - dijo bajando el cristal, y con un chasquido de sus dedos, lo desapareció de la vista de ambos.

- Déjeme adivinar ¿Es Lady Hana el asunto no favorable? - Pregunto Leiko, interrogando a Adriel.

- Estás en lo correcto - se limito a decir.

- Podría preguntar ¿Que le pasa a Lady Hana? Creo que no recuerda nada ¿O me equivoco? - le interrogó.

- Si, Lady Hana no recuerda nada respecto a su lazo con el Gran Sacerdote, todo lo que a él lo ata, lo tiene nublado. Es como si le hubieran dividido la razón en dos - le explicó Adriel, mirándola con neutralidad, pues con sus creaciones era más estricto de lo que era habitualmente.

- ¡Oh! ¡Vaya! - exclamó - es una pena ¿Tiene remedio su mal? - le pregunto.

- Eso busco - se limito a decir, para dar como concluida la charla - y si me disculpas, tengo que marcharme.

- Fue un placer recibirlo en nuestras tierras sagradas - dijo Leiko con una reverencia en modo de despedida.

Adriel se fue del lugar, con aquel cristal el cuál quería indagar a fondo, pues tenía muchos rastros de la presencia de Hana allí, pues ella permaneció allí, por millones de millones de años.

Hana estaba con Bills, a la sombra de un árbol. Bills comía de la comida que Whis había traído cuando se trajeron a Goku y a Vegeta, mientras que Hana veía como Whis entrenaba a los Saiyajines. Su mirada iba rastreaba los movimientos de esos tres, a velocidades increíbles, no los perdía de vista ni por un momento.

Hana estaba parada con su baculo en mano, de espaldas al dios gato, cuando la voz de este la hizo voltear para prestarle atención.

- ¡Maldición! - fue lo que escucho decir a Bills.

- ¿Le pasa algo? Señor Bills - le pregunto ella, al voltear ante el grito.

Cuando volteó, vio como el dios, estaba cubierto por polvo que arrojó una ráfaga de viento, provocada por un ataque. Y la comida ni hablar, eso ahora ya se le podía llamar un plato de tierra por completo. Bills desintegró el plato que tenía en su regazo, reduciéndolo a polvo residual de destrucción.

- Calmese - le pidió Hana, quien luego con su baculo, limpio a Bills de pues a cabeza.

- No me mires así - le pidió Bills - tu no tienes que sufrir a ese par de idiotas.

ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora