Capitulo -11

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Él era un poco más alto que ella y Daishinkan, solo por media cabeza más alto. Sus cabellos eran semirizado, mejor dicho, ondulados, sus vestiduras, semejantes a las de Daishinkan, solo que de color blanco, y cara de niño bonito como el Gran Sacerdote. Su tono de voz, elegante y a la vez haciendo a entender, que tenía gran poder, pero sin llegar a inspirar tanto temor como Daishinkan en ella.

- ¿Necesita algo? Mi señor - le pregunto mientras volvía a su postura.

- ¿Algún problema? - le pregunto haciendo referencia a la perdida de memoria de esta.

- ¿A qué se refiere? - Pregunto ella, mirando con confusión a su creador.

- Saludos, señor Adriel - dijo Whis quien llegaba de dónde estaba entrenando con los Saiyajines.

- Un gusto verte, Whis - le respondió Adriel con una sonrisa.

- No sabía que mi padre había acudido a usted - le comento Whis - Claro, sería lo más obvio hacer.

- El Gran Sacerdote, me había informado del asunto desde el principio. No había podido acudir, de verdad siento curiosidad de el origen de el dilema - respondió él con una sonrisa, mientras mantenía las manos tras la espalda.

- Ya veo, será mejor que me retire - dijo Whis con una sonrisa, mientras de dedicó una última mirada a Hana, para volver con los Saiyajin.

Adriel era incapaz de hacerle daño a Hana, pues él no tenía derecho de destruir a sus propias creaciones, a no ser que Zen oh Sama intervenga. Él era un ser neutral, así que Whis no vio problema en dejarlo solo con ella, además, que con lo que era propiedad de Daishinkan, no podía meterse él. 

Adriel volvió su mirada hacia Hana, y saco una de sus manos de detrás de su espalda, para posicionarla sobre su mentón. Estaba pensativo y Analizando a su creación, buscando entre sus recuerdos, si hubo un problema en su físico, cuando la creó. La verdad desde que Daishinkan le comento el asunto, estuvo buscando ese detalle que talvez dió por alto, pero no le llegaba a la mente ninguna razón. Sus creaciones nacían siendo adolescente, o jóvenes, a diferencia que las de Daishinkan, nacían siendo crías infantes. Él partía de una pequeña fracción de su energía, para crear a esa especie. Tomaba su energía, en una esfera de color celeste, y desde allí, comenzaba a darles detalles y características a cada angel, haciéndolos a su imagen y semejanza.

El día en que creo a Hana, tenía esa esfera de energía celeste en sus manos, dándole detalles a su creación. Extendió su mano con la esfera hacia delante, y la esfera fue directo al centro de esa oscura habitación, levitando. Comenzó a tomar silueta de angel femenina, y el brillo que de allí desprendía, comenzó a bajar para mostrarle a su creación. De inmediato frunció un poco en entrecejo, pues se dió cuenta que había resultado defectuosa como otros pocos más. Suspiro resignado, y se dedicó a otorgarle su nombre. Nunca le mintió respecto a que era imperfecta, de inmediato lo supo, pues veía como otros angeles Iban y venían del reino celestial, y tenían labores, mientras que ella solo existía entre todos.

- ¿Pasa algo de lo que debería saber? - Pregunto ella, pues era muy inusual que Adriel la necesitara.

- Dime...... - le dijo mientras devolvía su mano trás la espalda - ¿Conoces a la madre de la prole celestial? - le pregunto, indagando el asunto.

- No .... De hecho, quisiera saber pero nadie me lo dice - respondió en tono bajo y triste - es una grave falta no saber tal información - se culpó.

Adriel suspiro ante éso, y se aproximó a ella. Se paró a menos de medio metro de distancia, levanto su mano derecha, y poso su dedo índice sobre la frente de Hana. Cerro sus ojos, analizando su mente, sus recuerdos y las razones. Dos partes, eso vio, todo estaba dividido en dos partes, como si hubiera un puente entre ambos mundos, pero estubiera bloqueado para no permitir que se juntaran el mundo que recordaba, y el mundo oculto de su razón. Además vio otra cosa que lo hizo abrir lo ojos algo asombrado, frunció el entrecejo, ante lo que vió, y sé aparto analizando lo que acababa de ver allí. Parpadeo un par de veces antes eso, para apartarse de ella, no podía devolverle los recuerdos, pero tampoco era imposible que los recuperará.

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