Capitulo -28

590 66 7
                                    

El aire huele a desgracia, notas amargas que desprendía un té de desastre que lentamente llegaba a ebullición y a borbotones traspasaba el calor a través de la taza y quemaba sus delicadas manos. Un té que tuvo que beber y sentir su amargura que la hizo pensar que existía bondad en aquella angel que como oveja blanca, la seguía cual guardaespaldas.

¿Quien sirve ese té? Nada más y nada menos que la que lo preparo con meticulosa malicia, creyendo que podía hacer que esa familia celestial se apegara a la ley como todos los demás.

Un mal consejo puede llevar a un caos.....

- ¿Y tus hermanos sienten lo mismo? - interrogó tras escuchar las declaraciones de Camelot.

El joven Camelot llevo la mirada a ese siempre perfecto cielo soleado e indagó pensando lo siguiente. ¿Todos se sentían igual?, ¿Será que solo él pensaba ese tipo de cosas? La verdad no la podía saber solo con suposiciones pero no podía ir y simplemente confesar todo eso ante sus hermanos mayores, pues él era uno de los menores. ¿Que pensarían? Lo tomarían por Imperfecto o talvez por un ángel incapaz de ese puesto como ángel guía que recién hace menos de un millón de años, se le había dado.

- No lo sé, talvez solo soy yo.....No los creo capaces - musitó ante la posibilidad de que fuera así.

- Preguntar no cuesta nada -  cuestionó Leiko ante esa declaración. No con malas intenciones en ese momento, solo con intención de indagar.

- Zen oh Sama estaría furioso si se entera, no debería estar hablando de esto - se cohibio así mismo convenciendose que cometía un error al hablar eso con alguien.

- ¿Por qué lo cree? - cuestionó ante éso.

Camelot de inmediato volteo hacia ella con una sonrisa amable pero melancólica a la vez.  

- Conoces las reglas.... Yo las conozco y las estaría rompiendo con este pensar - dijo como si fuera una acusación propia, y eso era en realidad - además que creo que siento.... Creo que hasta estoy rompiendo las leyes angelicales - murmuró para si mismo.

Cómo se sentía culpable, era una Deshonra para esa sangre que corría por sus venas.

- ¿Y si no hubiera ley? - Sugirió Leiko sin ánimos de tener una respuesta, se esperaba que él dijera que debía apegarse a la ley, o que se prohibiría así mismo eso que sentía.

- Todo fuera tan diferente.... - dijo Camelot sin pensar, pero no con malas intenciones, lo dijo como si un mundo idílico se dibujara en su mente. Ideal y sin problemas, todo en completo equilibrio en esa balanza universal.

- ¿Que dice, jóven Camelot? - Pregunto tras escuchar su respuesta que era fácil interpretar de diferentes maneras.

- Es algo trivial. No debería estarle prestando atención. Debo volver a atender mi puesto, el Gran Sacerdote no le agradará saber que lo he abandonado por largo rato - concluyó él la conversación, dejando a Leiko con malas interpretaciones de sus ideas.

Amour reclamaba la atención de su madre, lo que la hizo apartar de sus relatos hacia Whis. Fue directo dónde tenía a su pequeño hijo y lo tomo en brazos para sosegar su llanto.

- ¿Por qué si Camelot pensaba así, no le dijo a nadie? - cuestionó su hijo tras enterarse que le había confesado todo a su madre desde mucho antes del principio de la tragedia.

- Yo le dije a tu padre, no me creyó. Dijo que era imposible, que talvez Camelot estaba mal interpretando las enseñanzas.

Era verdad, estaba mal interpretando las enseñanzas, pero no las enseñanzas sobre la creación, sino que mal interpretaba las enseñanzas del corazón. Bien se decía que no podían sentir, todo el que sentía iba en contra de las normas y era Imperfecto. Eso era mentira, pues Camelot fue declarado prefecto al igual que todos sus hermanos. Atribución que se le dió a Hana, Camelot era Imperfecto por culpa de ella, al igual que el resto. Tarde se dieron cuenta de algo, de algo que no pudieron evitar. Los enseñaron mal.

ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora