Capitulo -2

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Una pregunta tan simple pero a la vez significativa, eso le daría la  mínima señal de que al menos era conciente de lo que era. Ella lo miraba confundida, a la vez que lo intentaba apartar de ella, con gran insistencia. No lo quería cerca para nada, eso lo estaba dejando en claro, sus hijos la miraban como una criatura recién descubierta, pues nadie en ese lugar, sabían lo que pasaba.

- Hana, un ángel como ustedes - respondió sin titubear su respuesta.

Daishinkan estaba con una gran duda, ella sabía lo que era, pero no quién era. Al menos estaba conciente de que era un ángel, pero el que paso, no.

- ¿Sabes quién soy yo? - le pregunto Daishinkan.

Ella paro de apartarlo, quedándose pensativa un momento, subió la mirada a la de él, como si algo en ella hubiera hecho un pequeño click. Algo en su mente encajó, por desgracia no como quisieran.

- El Gran Sacerdote - dijo con un tono de voz baja, como si estuviera asimilando quien estaba delante de ella - disculpe Daishinkan, no debí........

- Su frase fue abruptamente interrumpida por la de Daishinkan - No es nada, no me ha molestado - le dijo con una sonrisa amable, mientras se ponía de pie. Le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, pero ella seguía negándose a tocarlo o tenerlo cerca.

La mirada que él le dedicaba, era de empatía, ella parecía que tenía memoria, pero no a flote, tenía todo guardado, o al menos eso aparentaba.

Hana como pudo, se levantó con gran esfuerzo. Materializó su baculo, uno muy peculiar, era color plateado, con la esfera transparente, tenía unos ciertos destellos en su Interior, que se movían como si estuvieran en agua dentro de esa joya celestial. ¿Que por qué era diferente a los otros baculos? Pues ese fue hecho por Daishinkan, como regalo para ella hace millones de millones de años. Su se pudiera comparar la mirada de Hana, sería muy similar a la de Cus, tierna y dulce.

Daishinkan no sabía ni que pensar, no se imaginaba como iba a resolver ese asunto, nadie se esperaba nunca algo así, era improbable he impredecible, pues lo angeles no reviven, pues son inmortales, y solo son destruidos para nunca más existir, Hana fue una excepción, pues ella se le fue la vida del cuerpo, dejandolo intacto, no sabían que ella estaba en esa esfera que apareció en sus manos cuando paso lo que pasó.

- ¿Quienes son ustedes, nunca había visto antes a estos ángeles? - Pregunto ella, mirando de pies a cabeza a sus hijos.

Paraba su mirada en Cus, talvez sentía algo dentro de ella, algo le movía esa ángel, o algún recuerdo, después de todo, Cus era la mayor de su prole. Pero también podría ser curiosidad, ella siempre fue curiosa, así que solo talvez era que no conocía a esos jóvenes ángeles.

- Los angeles guardianes de los universos - respondió Daishinkan para aclarar sus dudas.

- Un gusto, Cus, el ángel de universo 10 - le respondió aquella ángel que tanta curiosidad le causaba.

- Y yo Whis, encantado en conocerla - dijo aquel ángel con especial carisma, para luego soltar su particular risa.

- Se me conoce como Korn - dijo tras una leve reverencia ante su madre.

- ¡Valla! - exclamó con asombro - Entonces se supone que es su prole, Gran Sacerdote - dijo, dejando a Daishinkan aún más confundido. Sabía de todo, pero era como su hubiera perdido todo recuerdo de su conexión con todos.

- Estás en lo correcto - respondió él.

Sus hijos lo miraban a él, como si pudieran explicaciones a su padre, pero él estaba igual o más confundido que ellos. Salieron del lugar, para dejar esa, un poco oscura cueva. Miraba a sus alrededores como si presenciará grandes maravillas, sus ojos le brillaban con la luz del sol siempre radiante de ese lugar, la brisa le mecían los cabellos con delicadeza, mientas que una mano la tenía tras la espalda, y la otra sostenía su baculo.

ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora