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Frío, insensible, sin emociones, así lo reconocían muchos, así debía ser, pero existía una parte de él que iba en contra de lo que si fachada imparcial mostraba. Un ser neutral por fuera, mientras por dentro existían emociones que no muchos comprenderían, de hecho a simple vista se creería que solo es la ausencia de las anteriores... Si las tenía, siempre las tuvo, siempre las tendría...

Se encontraba caminando por los pasillos oscuros, rodeados por aquellas columnas flotantes, lo único que le iluminaba el camino era ese piso fluorescente. Traía las manos tras la espalda y los ojos cerrados, meditando acerca de lo que fue un día y lo que terminó en un parpadear de ojos. Se sentía particularmente extraño en esa ocasión, un sentimiento intenso que recordaba bien y lo invadía por completo. Aquel día que en frente a sus ojos se fue, desapareció por accidente, junto a aquellos 6 universos. Furia y rabia sintió en ese instante, para luego ser golpeado por la profunda tristeza. Por más que intentaba, su recuerdo se negaba a abandonarlo en ese momento, para solo darle una punzada en el corazón, gritándole, implorando dónde estaba ella.

Estaba pensando en ir a un lugar, aquel en donde lo único de ella quedaba para recordar. Con sus hijos no se volvió a hablar de ella, era como un acuerdo mutuo del cual nunca se acordó con palabras, pues el silencio y la conmoción habló por todos ellos.

Fué al reino celestial, dónde era muy melancólico estar, no pasaba mucho por allí, le traía recuerdos de su juventud, de sus inicios como Gran Sacerdote, cuando se le pidió algo en lo cual no le dió importancia merecida, lo que no sabía en aquel entonces, que aquello que le pidieron, era por lo que hoy en día, y posiblemente por el resto de la eternidad, estaría penando.

Al llegar al reino, todo igual, los cielos radiantes y despejados, siempre eran bellos días, el sol resplandeciente en lo más alto, brisas delicadas que parecían caricias suaves en el rostro, colinas verdes, el lugar era un paraíso perfecto, el Edén de su especie. Estar allí para cualquier otro ángel, era estar en paz, era hogar de muchos de los de su especie, pero para él, solo un recordatorio de su terrible error, pues lo que ahí veía en cada visita solo era una escena que su lila mirada no soportaba ver.

Se adentro a un lugar lleno de vida vegetal hasta toparse con una estructura parecida a una cueva, aunque no lo fuera, era más una especie de mausoleo, de la cual follajes colgantes cubrían la entrada simulando una especie de puerta. Tras entrar, se podía notar un rayo de luz que entraba por lo alto, iluminando algo que en el centro de esa cueva estaba. Había flores por doquier rodeando a una ángel, una que sin vida reposaba sobre una gran piedra plana, su cuerpo permanecía como si aún la vida morara en su interior, permanecía intacta tal cual como cuando ella dejó la vida. La piel celeste, el cabello largo y color blanco muy semejante a la plata, baja estatura, tenía un rostro dulce y muy tierna, tenía una expresión de perfecta paz, como si solo durmiera, y nada lograra perturbar su descanso eterno. En su cabeza tenía una corona de flores blancas que en el centro de cada una el brillo de escarcha y luz de los rayos del sol se reflejaban. Portaba un largo vestido del color de la vestimenta que él lucía siempre, y en sus manos una esfera de cristal, posada sobre su regazo.

- Hola querida - la saludo con un tono muy sereno que reflejaba mucho de lo cual ver a su difunta esposa le causaba.

¿Cómo pierde la vida un ser tan poderoso y eterno como lo es un ángel? Solo algo verdaderamente poderoso, que esté por encima de su nivel podría lograr tal atrocidad.

Mentiría si negara que cada vez que allí estaba, una marea de tristeza, agitaba los mares de su melancolía. Él la quiso, incluso cuando le decían que podía tener a otra mejor, una que no fuera imperfecta, pero esos defectos fueron lo que llamó su atención. El recuerdo de la primera vez que la  vió llegó a su mente después de tanto tiempo. Hacia  ya mucho que no se permitía pensar en esos épocas, pero que perfecto que vinieron, pues le alivianaron la pena que sentía.

ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora