Capitulo -5

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- No este a la defensiva conmigo, Gran Sacerdote - le pidió - solo he venido a preguntar por lady Hana.

- ¿Desde cuándo te interesa? - le pregunto arqueando una ceja, tras esa pregunta inesperada, que más que nada le parecía hipócrita.

- Mi señor, Siempre me ha interesado el estado de Lady Hana. Por eso le conté aquello la última vez - le respondió la angel con cierta he indescifrable sonrisa adornada en su rostro.

- Aquella información que me ofreciste la última vez, solo me sirvió para darme cuenta de que de verdad debía haber puesto el sello desde hace mucho tiempo. Incluso cuando ustedes fueron creados - respondió con las manos tras la espalda, mostrando su superioridad y temple serio al mismo tiempo.

- No es para que se ponga así, después de todo le sirvió ¿No? - dijo muy segura de su comentario.

- Está lo mejor posible, de el resto me estoy encargado, así que no puedo perder mi tiempo con charlas triviales. Si me disculpas tengo asuntos que atender - pidió lo dejara solo, pues no iba a perder el tiempo con ella, aquella ángel que se dedicó a fastidiarle las ideas hace ya mucho tiempo.

- Me retiro Entonces, solo quería saber éso. Gran Sacerdote - dijo con ironía en su tono, al decir su título.

Aquella ángel era más alta que Daishinkan, era de tunicas color verde agua. Sus cabellos eran largos, atados en una coleta detrás de su oreja derecha, tenía un rostro fino y angelical, pero bien sabía Daishinkan que sus intenciones nunca eran buenas. Motivos para destruirla habían, solo que nadie superior lo sabían, y todo bien obrado para no  romper o violar el sello angelical. Ella tenía artimañas que eran egoístas, pues siempre anheló la perfección, quería ser la mejor de toda la especie, pero muchos otros la superaban aveses, cosa que le hervía la sangre. Hubo un tiempo en que fue dama de compañía de Hana, lo que la hacía saber muchas cosas sobre ella, Aunque esa ángel fuera predilecta en un principio para otra labor.

Se fue de allí, del templo Zen, resignada y algo ofuscada, pero no podía hacer nada, o talvez si, solo debía esperar que ciertas cosas ocurrieran, y otras cayeran bajo su propio peso.

- Imperfecta y defectuosa, dichosa de ser lo que no debió obtener - dijo justo antes de partir de el palacio de Zen oh Sama.

En el planeta de Bills, de encontraba Whis y su madre, tomando té a la luz de las peceras de peces gigantes. Hana estaba particularmente entretenida con cualquier cosa que se moviera, todo le parecía tan nuevo y maravilloso a la vez.

- ¿Si le parece, puedo mostrarle un planeta lleno maravillas?  - le pregunto Whis en aquel tono afeminado, para luego tomar un sorbo de ese té verde, especialmente traído de la tierra (obsequio de Bulma).

- ¿Cuál planeta? Me gustaría saber su nombre - Pregunto con los ojos luminosos, según lo que su mente sabía, a ella nadie nunca le había dicho que podía visitar otros planetas.

- Se le conoce como tierra - dijo Whis luego de soltar su característica risa contagiosa y afeminada.

Pasar tiempo con su madre, era una cosa que anhelaba hace tiempo, pues solo frente a ella, podía reflejar ciertas cosas que con otros miembros de su familia, no expresaba con tanta Naturalidad.

- Que nombre de lo más ambicioso - comento en un tono que a ella lo caracterizaba entre todos los angeles, era dulce y melodiosa, como a la vez era educado y cordial, en pocas palabras era como una melodía cada palabra que de su pequeña boca salia.

Una presencia los hizo salir, había llegado alguien que se había enterado de lo sucedido, y no pudo evitar querer comprobarlo con sus propios ojos.

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