No podía, simplemente no podía dejar morir a su madre. Aquella que quiso interceder más de una vez por ellos, incluso se iba a interponer dando su vida por la de él y sus hermanos. No quería vivir así, ni siquiera le interesaba que Leiko lo quisiera salvar, después de todo sería una vida prófuga del radar visual de su padre y Zen oh Sama. Huyendo de la ley como un criminal y así sería considerado.
Todo fue tan veloz, movimientos invisibles a un ojo mortal, incluso invisibles para un dios. Hizo uso de su ultrainstinto para arrojar la esfera hacia su madre, nadie lo notó, solo lograron ver cómo su madre se ponía entre el ataque, pero tan veloz que fue imposible hacer algo.
El brillo bajo, por alguna razón solo estaba la esfera en el piso. Había oportunidad de remediar las cosas, Daishinkan podía devolver a Hana solo con un chasquido. Lo hizo, más solo recibió un cuerpo sin vida, sin alma, sin espíritu, sin nada.
La dejo en el suelo, la esfera rodó hasta toparse con ella y ponerse en su mano. Daishinkan miraba ese cuerpo sin emoción alguna, se mantenía lo más neutral que podía. Levanto su mirada hacia sus hijos quienes con desconcierto miraban como su madre ya no pertenecía a este mundo. Por su mente de inmediato paso que ella estaba embarazada, la única energía que quedaba en ese cuerpo era la de ese bebé. Se desvanecía y no lo quería perder, puso su mano sobre su vientre y lo absorbió sin que nadie se diera cuenta.
Daishinkan se levantó y alzó su mano a la altura de su vista. Comenzó a recitar algo así como un hechizo o frases que parecían en un idioma incomprensible incluso para ellos. Una esfera de energía comenzó a formarse en la mano de Daishinkan, era color blanca con destellos negros. Los cuerpos de sus hijos y de los angeles que se encontraban en el reino celestial, comenzaron todos a brillar. De la esfera energética que Daishinkan tenía en la mano, salieron unos destellos negros, uno en cada uno se introdujo, sellandose así la imparcialidad en sus cuerpos. Cuando un angel violara la ley, este sello automáticamente los destruiría.
Ninguno entendía lo que pasaba, se miraban unos a otros con desconcierto en las miradas. Solo sabían que sus cuerpos se sentían raros en ese momento, era como cohibidos, reprimidos por obligación.
- Verán, ahora quien se atreva a romper la ley, automáticamente será destruido. Que les sirva de advertencia lo que han presenciado, es la consecuencia de violar la ley - anuncio Daishinkan a todo pulmón, en aquel tono severo que rara vez se escuchaba salir de sus cuerdas bucales.
No había nada que hacer, solo veía el cuerpo de su esposa sin vida en el suelo. No podía mostrar debilidad, pero se quemaba y destrozaba en dolor por dentro.
No sabían cómo pasó el tiempo, pero horas después estaban en el reino celestial. ¡Merus! ¿Cómo le dirían a Merus? De seguro iba a querer llorar, no lo culpaban, pero ahora no podía, por su bien simplemente no podía. Mejor tragarse el dolor de la perdida.
Recordaba ver a sus hermanos mayores al rededor de su padre. Todos comentaban algo, parecía que había un problema pero no entendía que pasaba.
De pronto cuando entro a la habitación, todas sus miradas se quedaron clavadas en él. Su mirada solo fija en su padre, por ninguna parte encontraba a la de su madre. ¡Algo andaba mal!. Daishinkan paso por un lado de Cus y le susurró algo al oído.
- Hazlo, dile tu. Yo no puedo - le dijo, y por primera y única vez, la mayor de su prole vio el lado débil de su padre. Nadie más, en eso fue discreto.
- Pero padre.....
- Solo hazlo - la interrumpió rogándole, la verdad él no podía darle terribles noticias a ese pequeño ángel - no olvides que ahora no puede evitar ser neutral - le recordó para que no pasará por alto ese detalle.
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Imperfecta
FanfictionDe ella algunos dicen que era imperfecta, otros que fue una gran madre ¿Que es de esa ángel? Aquella mujer que tuvo el honor de llamarse la esposa del Gran Sacerdote. ¿Quien era? ¿Dónde está? ¿Que le paso? Aquella dulce mujer, con el misterio de el...