Capitulo -23

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- Inconcebible, no puede ser - fueron las palabras que de la boca del ángel salieron ante lo que presenció.

De la nada ese fragmento de cristal se volvió polvo, escapando de entre sus dedos como arena de desierto, tan fina y delicada. Solo un polvo grisáceo le quedó entre los dedos, los cuales miraba como si fueran enigma.

- Esto no tiene solo poder de los míos.... También tiene los del Gran Sacerdote - hablo para si mismo entre una pausa intercala. Pensativo y a la vez asombrado.

Daishinkan en un principio sintió poder en esa esfera, cuando estaba completa, ahora él también lo sintió. Sintió como hubo una energía, y otra que intervino en ese artefacto. Dos distintas, dos que en un principio nacieron de Daishinkan y él, pero no significaba que fueron ellos, sino más bien una de sus creaciones, una de cada uno impuso sus poderes en éso.

¿Que tenían contra Lady Hana? Nadie lo sabía, fue una situación muy extraña, puesto que paso cuando murió por accidente. Un accidente que no estaba previsto, así que no había forma en que alguien tuviera razones malévolas detrás. A todo eso solo quedaba enigmas, pues era difícil saber quiénes eran los poseedores de ese poder, gracias a qué solo dejaron rastro de poder original, aquel de dónde venían.

- Buen día, Hana - la saludo la angel que hizo acto de presencia ante ella.

- Buen día Leiko - respondió ella al salud - ¿Que te trae por éste universo? - interrogó sería y neutra, como si le incomodar la visita.

- ¿Por qué fingir? - Pregunto directa y cortante, como látigo amenazante.

- No se a que te refieres.... - contesto mientras se daba la vuelta para subir un par de escalones.

Estaban ambas, en aquellas escaleras que se encontraban en cierto lugar de los jardines de Bills, aquella que era rodeada por flores. Subió ese par de escalones con las manos tras la espalda y una total frialdad.

- Tu sabes a qué me refiero - reprochó Leiko con una mirada inquisitiva.

- Eres cruel, solo eso diré - acuso volteando hacia ella, no sin dejar esas miradas acusantes de sus ojos.

- No es eso, querida. Solo que tú eres muy blanda, muy Imperfecta - defendió Leiko con firmeza.

- Ponerse de cualquier lado es Imperfección.... - comento Hana.

- Yo no estoy de ningún lado, solo prefiero estar del lado de la ley, incluso los más allegados a el Gran Sacerdote deberían apegarse a la ley - argumento defendiendo sus ideales y razones.

- Y por eso lo hiciste... Contaste algo que no convenía a nuestra raza - Musito en voz baja como si reflexionará - no soportaste que uno de los descendientes de el Gran Sacerdote fuera Imperfecto.... Aunque eso no era lo que le afligía, solo era un ángel confundido - declaró Hana a poca voz que intentaba mantenerse fuerte y no quebrarse.

- A mi no me acuses de tales barbaridades, él decidió hacerlo - defendió ella victimizado su pellejo.

- Tu fuiste la voz que lo ayudo, fuiste ese impulso negativo que acabo ¡Con todo! - le gritó un poco alterada, y un tanto enojada.

- ¿Recuerdas entonces quiénes eran?  ..... Significa que estás fingiendo - acuso con voz un tanto burlona y a la vez empobreciendo a Hana.

- No, solo se que unos ángeles murieron por tu culpa... Eran hijos de Daishinkan, eran hijos de...... - pauso su propia frase por no saber quién era la otra parte.

- Entonces me equivoqué, eres tan Imperfecta que no puedes saber ni quién eres - acudo un tanto burlona e insolente.

Hana no sabía quiénes eran esos ángeles, solo que existieron. No sabía que fueron sus hijos, pero estaba segura que murieron por culpa de un chisme mal contado y de un mal consejo también.

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