Al día siguiente, Isabel se tomó unas horas libres por la mañana para poder recoger su vestido y buscar algunas cosas que necesitaría para el baile. Hacía mucho que no tenía un atuendo nuevo, así que tenía que actualizar un poco sus accesorios.
Aunque el día anterior había ido al mercado, esas eran compras que prefería hacer sola, para no sentirse presionada con el tiempo o tener que acceder a las sugerencias de la princesa. Caminaba por entre las tiendas, buscando el collar que le faltaba para la ocasión, cuando se encontró con una de sus amigas de la escuela, Eva.
Ella era una joven morena, de cabello abundante y ojos grandes. Cuando se vieron, no pudieron evitar abrazarse.
—Hace mucho que no te veía —le dijo—. Siempre estás tan ocupada y nunca puedo coincidir con tu día libre.
—Lo sé —le contestó—. Estas dos semanas han sido difíciles.
—Siempre te pasa cuando llega alguien —Eva buscó con la vista si en la plaza había alguna banca libre—. Mira, podemos sentarnos allá.
Las dos caminaron hacia allá y siguieron charlando.
—Me reprochas que estoy ocupada, pero sabes que siempre puedes ir a los bailes —le dijo Isabel, entre risas.
—Es que a Rutilio no le gustan, ya sabes cómo es.
Y así era, Isabel conocía muy bien la situación de su amiga. Rutilio era probablemente el tipo más aburrido, desconsiderado y egoísta que había conocido, ya le había dicho varias veces a Eva que era mejor no comprometerse con él, pero ante la forma en que ella reaccionaba cada vez que se lo decía, optó por callarse sus opiniones al respecto. Sólo esperaba que algún día, antes de casarse con él, ella entendiera que no tenía futuro con ese hombre tan desagradable.
—Bueno, pero no verás el vestido nuevo que me hice confeccionar si no vas. Vamos, no tienes que quedarte hasta que se acabe y Rutilio puede estar tranquilo de que voy a cuidarte muy bien si no va contigo.
—Pues si prometes no dejarme sentada sin nadie con quién hablar, iré.
—Me parece bien —Isabel le dijo, sonriendo.
—Tenemos mucho de qué platicar, pero no sé si sea buena idea que te lo diga —Eva pareció un poco preocupada.
—¿Es sobre alguien que conozco? —le preguntó, de forma juguetona.
—Sí, aunque eventualmente te enterarás y prefiero que lo sepas por mí.
—¿Qué pasa? —la sonrisa había desaparecido del rostro de Isabel.
—Sé que pasó hace mucho tiempo y que estás mejor ahora, pero igual me preocupa que esto te haga sentir mal.
—¿Es sobre Eduardo? —Isabel intuyó.
—Sí, se va a casar, el mes que viene. Sabes que soy la más feliz de que no estés con él porque era lo mejor para ti, pero entiendo que pudiera incomodarte.
Isabel le dio una sonrisa triste.
—Bueno, él nunca me quiso —le dijo—. Espero que la trate mejor que a mí.
—¿Estás bien?
—Sí —le dijo, sonriendo—. Era algo que me imaginaba, hace unos días lo vi con ella.
—¿Cómo te sentiste? —le dijo, tomando sus manos.
—En ese momento, terrible, pero como estaba ocupada, no tuve mucho tiempo para pensar en eso. De todos modos no debo darle ese poder sobre mí.
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La flor de azahar
Romance"No dejaba de pensar en sus brillantes ojos cafés, el sonido de su risa alegre, ni en el aroma sedoso y delicado de su perfume. Trató de evocar la fragancia de la forma más vívida que podía: era una esencia sobria de flores de azahar y jazmín, que l...