Cap. 34

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Su Alteza,

Con diligencia le informo sobre un pequeño percance que tuvo el duque. Él se encuentra bien, pero por el susto, el rey Félix en su infinita hospitalidad, ha planeado un viaje a la playa en la que la familia real, el duque y su leal servidor estaremos por unas semanas. No se preocupe, no va a dejar a un lado sus lecciones y la Señorita Urdiales estará al pendiente de enviarnos la correspondencia que venga de su parte.

Esperamos que el duque no encuentre afición en accidentarse para tener premios de esta clase.

Le estima

Matthias R. Meyer

Robert alzó una ceja después de leer esa carta, era demasiado corta y adornada para ser escrita por Matthias, algo debía estarle ocultando. Sin embargo, se le dibujó una sonrisa boba en cuanto vio la de Isabel, junto con los primeros borradores del contrato de Don Gabriel.

S.A.R. Robert Clayton Drake,

Pues a pesar de su prevención de enviarme una tarjeta con buenos deseos para una convaleciente, creo que hubiera sido de mejor uso si la hubiera dirigido a su hermano. Estoy segura de que el Señor Meyer ya le informó, pero igual se lo diré:

El duque, en su ociosa imaginación, creyó que era una buena idea utilizar tapetes de mimbre para bajar las escaleras del palacio. Son muy resistentes, pero se deslizan con mucha velocidad y él no calculó la fuerza con la que terminaría rompiéndose la nariz al chocar con la pared. El pobre ha sido muy valiente en el consultorio del médico, pero no por eso es menos doloroso para él. De todos modos, el rey lo premió con una excursión al mar, como se esperaría de él, así que todos irán a la playa, aprovechando las vísperas de la boda de la duquesa.

La princesa se ha mostrado con un talante culpable, así que temo que ella, en vez de impedírselo, lo alentó con la intención de que se lastimara, pero debo darle crédito a su ahínco por conseguirle dulces y pasteles, pues no creo que ella pensara que la consecuencia sería grave. Espero que en el viaje se comporte bien con él, es un buen niño que sólo es inquieto y yo me quedaré en el palacio, el rey prefiere que asista a Don Gabriel en su correspondencia, pero pienso que tiene más que ver con que quiere pasar tiempo con sus hijas. Acepté de buen grado, no me gusta el mar, así que supongo que puedo tomarlo como mis propias vacaciones, ya que todo estará muy tranquilo por aquí.

Le estima muchísimo

Isabel Urdiales

Se emocionó al leer la frase final, ya no sólo lo estimaba, había respondido de la misma manera al "muchísimo" que él mismo agregó a su carta anterior. Se levantó de la banca en la que estaba sentado y buscó a Clément, el jardinero, para volver al almuerzo.

No se podía quejar, le gustaba pasar las mañanas conversando con él, mientras trabajaban en el jardín. La manera despectiva en la que Jane se refería a esa actividad inofensiva le parecía más una excusa para quejarse de que no podía tener los mismos privilegios de antes, aunque ella nunca hubiera sido feliz con ellos.

Llegaron a la cocina para beber un poco de agua fresca antes de que Martine les indicara que ya podían pasar a la mesa, pero al ver a la duquesa cortando pan, Clément se limitó a preguntar a la cocinera lo que buscaba y a sentarse en el escalón de la puerta, al lado de Robert, en cuanto ella le dio un par de vasos grandes.

—Parece que Su Alteza está mejor —le dijo.

—Sí, algún día tenía que pasar.

—Tiene la misma sonrisa que tenía usted la primera vez que prendió una de las plantas que sembró—recordó, sonriendo—. ¿Hace cuánto fue?

La flor de azaharDonde viven las historias. Descúbrelo ahora